Ha pasado el 2006 y en Mieres, en otro tiempo mosaico de vías, hemos perdido la oportunidad de celebrar como se merece el Centenario de nuestra Estación del Vasco. Aunque remodelado su entorno nadie cuajó un atisbo de celebración, ni siquiera los que de una forma u otra sienten algo por el ferrocarril. Siempre será condicionante de los sentimientos el condenado dinero. Tentado estuve de acercarme a ella con una tarta y las velas, dedicarle unas palabras y un recuerdo e invitar a los presentes. Supongo que me detuvo la vergüenza del solitario. Así somos. Yo el primero.