El apeadero de
Las Caldas fue construido en el lugar donde la pendiente es más acusada. No es de extrañar que solamente parasen dos
trenes, dos descendentes y uno ascendente; hay que pensar que la tracción era de vapor. Se construye al poco tiempo de abrirse la línea porque el viaje de los bañistas de Oviedo a Las Caldas en carruajes les pasaban factura en los huesos y el cruce en
barco del
río Nalón y después atravesar la selva de La Llera -maizales en pleno
verano- resultaba incómodo. No hubo más remedio que buscar un sitio y este fue. Permaneció en pie hasta la década de 1970 y luego fue derribado. Sobre el el derribo hay una
historia digna de contar aquí. Corría el año 1981 y cuando venía de clase observé que el
tren de las siete de la mañana había arrollado cuatro o cinco
vacas a la salida del
túnel de Las Caldas, ahora mal llamado túnel de Veneros. En el lugar de los hechos se presentaron operarios de FEVE y un capataz, hoy octogenario, comentó lo siguiente: "hice un informe sobre el estado del
edificio y me lo vendió la compañía en 3.000 ptas, luego obtuve 100.000 ptas por la venta de tejas, vigas, portería,
ventanas...". Estamos en la
España profunda y seguimos después de cuarenta años con estos vicios. El apeadero entró en declive al construirse en 1949 el
puente sobre el río Nalón y en él solamente paraban algunos trenes en la década de los años cincuenta durante las
fiestas; hay que recordar que el 16 de agosto solía ser el día de Mieres en Las Caldas, incluyendo
banda de
música. Del apeadero solamente queda el andén original y el solar en el que se ha ubicado una pequeña área de descanso en el contexto de la Senda Verde. En los años setenta y siguientes los alrededores del desaparecido apeadero fueron un picadero que pervivió casi hasta la construcción del
campo de golf.