EL CAMPO (MIERES): Mineros, seres excepcionales...

Mineros, seres excepcionales

Soy natural de un pueblo de la Gueria San Juan, El Campo, cerca de Santo Emiliano. De pequeño de llamaba la atención que al contrario de lo que ocurría en el pueblo natal de mi padre, Serandinas, Boal, en el mío había muy pocos ancianos. Recuerdo con enorme nostalgia a Pedrín, con su banastra y sus madreñas, y a Benido, experto matarife de cerdos.

Nieto, hijo, sobrino, primo, amigo y ex vecino de mineros, me salvó de ese trabajo el empeño de mis padres porque ninguno de sus tres hijos varones siguiera la arriesgada profesión. En mi pueblo solo se salvaban de la mina los chigreros, los maestros, guardias civiles y el cura … y el cacique, no podía faltar.

Mi padre falleció a los 65 años que era para los hombres la esperanza de vida en aquellos años, si no te la segaba antes un derrabe, el grisú, una vagoneta o un costero. Sufrió accidentes pero murió en la cama del hospital de Silicosis después de una larga, cruel y penosa dolencia. Lo retiraron de “larga enfermedad”, posteriormente le dieron la invalidez total por enfermedad común, le denegaron que tuviera silicosis y finalmente unos años después, cuando ya no podía disfrutarlo, le reconocieron el tercer grado, invalidez absoluta.

Como él se fueron dos de sus hermanos, sobrinos, primos y vecinos. La única vez que entré en una bocamina, fui a llevarle la comida con mi hermana, me pareció inhóspita, angosta y fría. Saqué la conclusión que la mina era traidora, cruel, inhumana. He llegado a odiar esa naturaleza muerta que se tragó a tantos de los míos, sólo puedo recordar ahora como vencedores de esa guerra desigual e injusta a dos primos: Bernardino y Carlos, marido de mi prima Mina; y a Julio el de Finita, Jose el de Pilarita y Lito el de Blanca. Pero por el camino se fueron muchos vecinos (no los nombro uno a uno para no dejar a ninguno olvidado), mi amigo, amigo del alma, Rami, a su padre, a Ladino, que tantas cuentas de dividir me enseñó, a mi primo Nino, a mis tíos José y Jesús, y a mi progenitor, el que tanto añoré. Le retiraron cuando yo tenía 9 años y se fue definitivamente cuando cumplí los 32.

Por un libramiento de miseria trabajaban en unas condiciones esclavistas, eran los tristes años cincuenta y sesenta y a pesar de todo demostraron que a coraje y valor no los superaba nadie, en el año 62 iniciaron el reconocimiento de un trabajo aún hoy incomprendido.

Quiero de esta manera rendir mi humilde homenaje no solamente a los que perdieron la vida dentro de la mina sino a aquellos a los que el pozo se la perdonó a cambio de que la fueran entregando a plazos. Porque si se libraron de la negritud de las galerías, la asfixia, la fatiga y el dolor les hacía recordar que tenían una deuda y que finalmente la pagaban arrojando los atrofiados e inservible pulmones por la boca.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Quiero agradecer este homenaje ya que mi abuelo Leoncio Alvarez Fernandez casado con Mary Carmen Canga Sanchez fue capatas de una mina en la region de Mieres del Camino a principios de los años 1900, (desde Puebla Mexico les mando un cariñoso Saludo)