Es el
edificio de
Avilés con mayor
antigüedad conservado hasta hoy. Situado en el
centro histórico de la ciudad, durante siglos fue la
parroquia de
San Nicolás de Bari, patrono de marineros y comerciantes. Con la llegada de la comunidad franciscana, en 1919, tomó el nombre de
iglesia de los Padres Franciscanos, hasta el año 2013, en que la comunidad religiosa, ya muy mermada, abandonó la ciudad de Avilés, (su
convento fue vendido por el arzobispo de Oviedo, Sanz
Montes, a Lumen Dei). Desde entonces oficialmente es la iglesia de San Antonio de Padua.