Algunos datos sobre las bacterias extremófilas
Las bacterias extremófilas son aquellos organismos vivos capaces de sobrevivir en ambientes que a priori se les considera inhabitables para la vida. Lo hacen en las chimeneas volcánicas, a temperaturas próximas a los 300 grados y entre grandes cantidades de sulfuros. Lo hacen en la cima del Everest, lo hacen en las aguas ricas en metales pesados como Río Tinto y lo siguen haciendo enterradas bajo cientos de metros de rocas. Las hay de muchos tipos, algunas son anaerobias, es decir, no necesitan oxígeno para vivir y otras son capaces de extraer alimentos o de vivir en simbiosis con sulfuros, metales pesados y otros componentes que en principio son letales para otros organismos vivos más desarrollados. Curiosamente se han podido revivir bacterias encontradas en el interior de algunas hormigas atrapadas en el ámbar con más de 50 millones de años. Eso ha hecho pensar a algunos biólogos y astrofísicos la posibilidad de que tales bacterias soporten en letargo largos viajes por el espacio, y que cuando lleguen a un lugar habitable empiecen a desarrollarse. Es muy posible que la vida se propague así por los distintos mundos, en los cometas, en restos de planetas fragmentados por explosiones y por la infinidad de bólidos y otros objetos celestes que pululan por el universo.
Ni firmo.
Las bacterias extremófilas son aquellos organismos vivos capaces de sobrevivir en ambientes que a priori se les considera inhabitables para la vida. Lo hacen en las chimeneas volcánicas, a temperaturas próximas a los 300 grados y entre grandes cantidades de sulfuros. Lo hacen en la cima del Everest, lo hacen en las aguas ricas en metales pesados como Río Tinto y lo siguen haciendo enterradas bajo cientos de metros de rocas. Las hay de muchos tipos, algunas son anaerobias, es decir, no necesitan oxígeno para vivir y otras son capaces de extraer alimentos o de vivir en simbiosis con sulfuros, metales pesados y otros componentes que en principio son letales para otros organismos vivos más desarrollados. Curiosamente se han podido revivir bacterias encontradas en el interior de algunas hormigas atrapadas en el ámbar con más de 50 millones de años. Eso ha hecho pensar a algunos biólogos y astrofísicos la posibilidad de que tales bacterias soporten en letargo largos viajes por el espacio, y que cuando lleguen a un lugar habitable empiecen a desarrollarse. Es muy posible que la vida se propague así por los distintos mundos, en los cometas, en restos de planetas fragmentados por explosiones y por la infinidad de bólidos y otros objetos celestes que pululan por el universo.
Ni firmo.