La
Fuente de la Princesa fue la primera fuente que tuvo
Zaragoza, construida a principios del siglo XIX. Con el objeto sin duda de erigir otras en distintos sitios de la población se proyectó la formación de esta fuente, que continuaría por mucho tiempo sin compañeras. El pensamiento primitivo era el de hacer la traída de
aguas de unos manantiales que existen a unas dos o tres leguas de la capital conocidos por los Ojos de Pinseque, y todavía aparecen trabajos de excavación y horadamiento de tierras, cerca de la
carretera de
Madrid.
Posteriormente, se tocaron los inconvenientes de falta de fondos para llevar a término esta importante obra y se adoptó el medio más sencillo de proveer esta fuente del
agua del
Canal Imperial que procede del
río Ebro.
Para ello se hizo la alcantarilla de conducción que partía desde la
casa antigua de baños y la de desagüe que se extendía por la izquierda del
Salón de
Santa Engracia, y vertía las aguas sobrantes en el río Huerva.
La obra se comenzó con el producto de una suscripción voluntaria y de ciertos arbitrios habiéndose colocado la primera
piedra el día 14 de octubre de 1833 pero corrieron los años y parece que ya se perdía la esperanza de que corriesen también las aguas cuando la actividad desplegada por el
Ayuntamiento dio el resultado tan apetecido dejándola concluida y en actitud de servir el 24 de julio do 1845.
En 1902 se desmontó la fuente y se construyó a su lado el
monumento a los mártires que permanece en la actualidad en la
Plaza de
España. Las piezas de la fuente se almacenaron y en 1935 ésta se erigió de nuevo en la arboleda de Macanaz pero no se llegó a restablecer su uso. Finalmente, en 1946 se puso en funcionamiento en la glorieta de la Princesa situada en el
Parque José Antonio Labordeta de Zaragoza en donde se encuentra actualmente. La estructura y forma de la fuente no son del mejor gusto aunque la figura que representa a Neptuno sobre el remate de la obra no carece de mérito
artístico. Tenía su asiento en el centro de la gran plaza de la Constitución, vulgarmente llamada de
San Francisco (actual Plaza de España), frente al
paseo o salón que dirige a la
puerta de Santa Engracia. Con sujeción a su plano y modelo consta la fuente de un
pilón circular de cuarenta y cuatro palmos de diámetro con su antepecho y grada en toda su circunferencia; una pirámide truncada cuadriangalar de más de veinte palmos de altura cuyos ángulos ocupan cuatro delfines arrojando agua por la boca además de doce
caños distribuidos en su contorno correspondiendo tres á cada-frente.
Sobre la parte superior adornada de una pequeña cornisa descansa un trozo de
columna dórica con su base correspondiente que sirve de repisa a la
estatua de Neptuno con el tridente en la mano izquierda y en actitud de mandar a las aguas. Ade- más de los delfines hay en los centros cuatro lápidas bien adornadas con las inscripciones siguientes:
En la primera se lee:
La sangre derramada
Por religión y Patria en este sitio
De mártires sin cuento
La base riega de este monumento.
En la segunda se lee:
Para eternizar
El primer acto de fidelidad
A Doña Isabel Segunda,
Como Princesa de
Asturias.
Zaragoza 1833.
En la tercera se lee:
Ni á mejor Princesa
Ni á
pueblo más fiel
Ni en suelo mas ilustre
Pudiera dedicarse esta memoria.
En la última se lee:
Se principió en 1833.
Llegó el agua en 24 de julio de 1843
Gobernando como Reina
La que había sido jurada Princesa.
Todas con molduras talladas y orlas pendientes de bocas de
león que guarnecen el trozo de columna.