Antes de su definitivo traslado a
Sevilla, los restos de Cristobal Colón, primer almirante de las Indias fueron exhumados en varias ocasiones. En 1509, tres años después de su muerte en
Valladolid, sus huesos fueron trasladados por vez primera a Sevilla y depositados en la
capilla de
Santa Ana del
monasterio de Santa María de las
Cuevas.
En 1544, por privilegio concedido por el rey Carlos I para que el descubridor y sus descendientes pudieran utilizar las
capillas reales de los templos del nuevo mundo como panteón familiar, ya que en las capillas reales de la península únicamente podían reposar los restos de las
familias reales, los restos de Cristobal Colón se trasladan a la
Catedral de
Santo Domingo, en la
República Dominicana, primer asentamiento español en tierras americanas. Dos siglos y medio después, la firma del Tratado de Basilea en 1795, puso fin a la guerra abierta entre
España y la República francesa, y dispuso entre otros puntos que Santo Domingo pasase a la soberanía francesa por lo que se procedió de nuevo a la exhumación de los restos y a su traslado, el 19 de enero de 1796, a la vecina isla de
Cuba.
Un siglo después, la última posesión española, la isla de Cuba, se pierde en manos de otra potencia enemiga, los
Estados Unidos de América. España se plantea repatriar los restos del descubridor, respondiendo al sentir popular. Después de cruzar el Atlántico, un 19 de enero de 1899 los huesos del almirante fueron depositados en la cripta de los Arzobispos de la Catedral sevillana hasta su definitivo descanso en el mausoleo realizado por el
escultor madrileño Arturo Mélida.
Testimonios de estos importantes hechos históricos han quedado recogidos en forma de Actas Notariales entre los Protocolos Notariales sevillanos que se conservan en el Archivo Histórico Provincial.