En los años de mi adolescencia todavía teniamos una feria de ganado importante. Desde el día 26 la calle del Casino, que era el camino habitual del ganado para llegar a la cuerda (el lugar donde permanecian) era un continuo desfile de mulos, burros, caballos, vacas con sus cencerros, que ponian una nota inusual los restantes día del año, y cuyo desfile ya era en sí una fiesta.
La cuerda se extendía desde la fuente del beso, por toda la zona debajo de los pinos, que entonces no tenía nada edificado, hasta el camino de la Fuente Salivas.
En la calle Doctor Vigueras se colocaban los cerdos, como decía María el otro día, y nuestros padres compraban allì los que luego sacrificarían en la matanza.
En la explanda de la Fuente Salivas, se colocaba Ramonet, el "charlatán", vendiendo sus mantas, por las mañanas; y luego se bajaba a la esquina del Paseo,
por las tardes. Bueno, charlatanes venían dos o tres; y se hartaban de vender mantas con su peculiar verborrea. Ramonet fué dos o tres años campeón de España de "charlatanes". " ¡Esta magnífica manta, que, en cualquier tienda de lujo, pude costarles 500 pesetas, ya no se la voy a vender por 500, ni por 400, ni por 300, se la voy a dar por lo que me den; y además, les voy a regalar, esta, y esta otra, y esta...!", etc. etc.
A mi me gustaba subir a la cuerda y contemplar como se realizaban los tratos de los animales. Cuando años después leí la poesia "La Fería de Jerez", de Jose María Pemán, vi en ella un fiel reflejo de los tratos que se celebraban en Siles.
También acostumbraba a subir con Quisco (su padre, Modesto, tenía una tienda de conmestibles frente e la ferretería de Pepe Sesarino), pero la subida con Quisco era para vender garrotas, a lo que le enviaba a su padre, a la cuerda, cada año.
Al paseo venian columpios, norias, caballitos, cadenas,... donde los chiquillos, y los menos chiquillos nos divertiamos de lo lindo.
También venian dos circos que se colocaban uno al final del paseo, (el Circo Olympia, durante muchos años), y otro en la Plaza del Agua (El Circo Estadio).
Yo, como vívía al lado de la plaza, pasaba largos ratos debajo de la carpa, viéndo a los artistas, algunas veces, ensayar. En fín, me tengo que ir. Saludos.
La cuerda se extendía desde la fuente del beso, por toda la zona debajo de los pinos, que entonces no tenía nada edificado, hasta el camino de la Fuente Salivas.
En la calle Doctor Vigueras se colocaban los cerdos, como decía María el otro día, y nuestros padres compraban allì los que luego sacrificarían en la matanza.
En la explanda de la Fuente Salivas, se colocaba Ramonet, el "charlatán", vendiendo sus mantas, por las mañanas; y luego se bajaba a la esquina del Paseo,
por las tardes. Bueno, charlatanes venían dos o tres; y se hartaban de vender mantas con su peculiar verborrea. Ramonet fué dos o tres años campeón de España de "charlatanes". " ¡Esta magnífica manta, que, en cualquier tienda de lujo, pude costarles 500 pesetas, ya no se la voy a vender por 500, ni por 400, ni por 300, se la voy a dar por lo que me den; y además, les voy a regalar, esta, y esta otra, y esta...!", etc. etc.
A mi me gustaba subir a la cuerda y contemplar como se realizaban los tratos de los animales. Cuando años después leí la poesia "La Fería de Jerez", de Jose María Pemán, vi en ella un fiel reflejo de los tratos que se celebraban en Siles.
También acostumbraba a subir con Quisco (su padre, Modesto, tenía una tienda de conmestibles frente e la ferretería de Pepe Sesarino), pero la subida con Quisco era para vender garrotas, a lo que le enviaba a su padre, a la cuerda, cada año.
Al paseo venian columpios, norias, caballitos, cadenas,... donde los chiquillos, y los menos chiquillos nos divertiamos de lo lindo.
También venian dos circos que se colocaban uno al final del paseo, (el Circo Olympia, durante muchos años), y otro en la Plaza del Agua (El Circo Estadio).
Yo, como vívía al lado de la plaza, pasaba largos ratos debajo de la carpa, viéndo a los artistas, algunas veces, ensayar. En fín, me tengo que ir. Saludos.
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