Arroyo tranquilo de otoño. El Puente Maravilla, SABARIEGO

Un pequeño riachuelo de vieja piedra musgosa
era testigo de mis inquietudes, mientras mi
rostro se perdía en la luz tranquila del agua.
Mis manos buscaban en sus ondas algo, pero
nunca supe qué buscaba.
Pequeñas criaturas huían del fango estancado
donde imprimía las huellas de mis pies
descalzos.
El sol meloso se escondía en mi cara y jugaba
con mi pelo, provocando volcanes de
ansiedades y deseos locos…
Sentía como el rocío de la mañana desnudaba
mis sueños y mis secretos, escondidos
entre aquellas silenciosas piedras.
(Noviembre de 2011)