JIMENA: (FINAL)...

¡Queridos amigos del Foro:

Lo primero que debo decir es que la fotocomposición de esta cabecera ha sido realizada por el famoso fotógrafo "free lance" Antonio OP.

Hoy me adelante un poco a la hora de publicar mi relato: La culpa la tiene el fútbol. Salgo en unos momentos para Valdebebas y asistiré al partido Castilla-Real Jaén. Después a las nueve, en el S. Bernabéu, veré el Real Madrid-Valencia

Ahora solo voy a colgar la primera parte del relato. El resto espero hacerlo cuando regrese a mi casa desde el Estadio.

Saludos,.

LOS DOMINGOS POR LA TARDE, PESE AL FÚTBOL, NO OS ABANDONO.

EL VIAJE IMAGINARIO O EL VIAJE A NINGUNA PARTE. (Por Luismarín)

De todos es sabido que, en muchas ocasiones, la propia realidad supera a la ficción. Lo que voy a contar puede que sea real o tal vez inventado. Lo real pretenderé que parezca inventado y lo imaginado que se parezca a la realidad. Nunca debemos olvidar que el juego de la ficción consiste en parte, en saber mentir adecuadamente.

Mi “relato” de hoy está basado en un “increíble” viaje que hicieron, en junio de 1994, cinco personajes ilustres de Jimena. Este viaje ya figura en el acervo anecdótico de nuestro pueblo. Mí única intención es pasarlo al papel escrito y de este modo aplicar la enseñanza del conocido proverbio latino “Verba volant, scripta manent”: Las palabras vuelan, lo escrito permanece.
Ya hemos hablado aquí de algunas cosas sobre el significado del hecho de viajar. Desde la época clásica, el viaje ha sido el instrumento para conocer el mundo. Gracias a las crónicas, diarios, mapas, notas y grabados de los viajeros se han podido representar aquellas geografías que permitieron establecer el contacto con las culturas del Otro. Hoy en día no paran de realizarse múltiples estudios sobre las experiencias de los viajeros en sus contactos con nuevos paisajes o gentes de culturas diferentes y como se mezclan todos los elementos que interactúan y se superponen en el viaje. Sin embargo, en el tiempo actual, el viajero se presenta como un “cosmopolita” capaz de caminar entre fronteras y desplazarse abandonando las posiciones fijas que la sociedad, el trabajo o la familia le imponen: El viaje es una manera excelente de romperlas.

En el “Libro de los Viajes Imaginarios” de Xabier P. Docampo (que me ha servido en parte para el título de esta “redacción”), el autor nos recuerda que todos los viajes son un regreso y que el viajero que emprende un camino retorna a su hogar desde el mismo momento en que pone un pie fuera de él. Para el viajero es necesario volver para contar lo vivido y convertir el viaje en “relato”. Igualmente, todo viaje es también un viaje hacia dentro de nosotros mismos y la evocación de los mejores momentos del viaje (que a veces llegamos incluso a convertirlos en poéticos), sirven para trasladarnos a mundos imaginarios, reales o fantásticos. Para otros, lo mejor está en el “tempo” del viaje en sí, son los que están de acuerdo con este dos milenario proverbios japoneses: “Es mejor viajar lleno de esperanza que llegar” y. “Un buen viajero no tiene planes fijos ni la intención de llegar”.

La otra parte del título del relato, “El viaje a ninguna parte”, me lo inspiró la película española de 1986 de Fernando Fernán Gómez con ese mismo título y basada en la novela homónima de la que es autor. La película narra la historia de un viaje o “tournée” de un grupo de “cómicos de la legua” y está interpretada por José Sacristán, Laura del Sol, Juan Diego, María Luisa Ponte, Gabino Diego y el mismo Fernando Fernán Gómez. La leyenda que aparece en la foto inicial es un recuerdo de las personas que, bajo las órdenes de Francisco Pizarro, sobrevivieron a los momentos más críticos en los inicios de la conquista del Imperio Inca o del Perú: “Los trece de la fama”.

Aunque yo no tenga “ínfulas” de escritor profesional, si estoy de acuerdo con lo que dicen algunos profesionales de la escritura: “Existen los que pasan la vida soñando y los que le damos la vida a los sueños”. Eso es lo que yo, a mi modesto entender, pretendo hacer con este “relato”: Que soñéis despiertos con aquel “viaje imaginario a ninguna parte”.

Antes de iniciar la narración del “accidentado” viaje, voy a dar los nombres y apodos de los cinco viajeros: Melchor “El Diablo” (dueño del Seat 132 con matrícula de Barcelona sin los papeles en regla, al igual que el propio dueño, que ni siquiera tenía carnét de conducir), Pedro “El Cojo de la Viuda”, Antonio “El Rubio Garrotero”, Juan Ramón “El Gamba” y Paco “El Gordo”, hijo de Sebastián “Comeajos” (Pedro y Antonio, por desgracia ya hace unos años que dejaron de acompañarnos). Todo comenzó sobre las una o las dos de la madrugada de un 29 de junio de 1994.

Ese año, Jimena estaba inmersa en una larga temporada de sequía. La Consejería de Agricultura Andaluza había adelantado que la próxima cosecha de aceituna (1994-1995) no llegaría a las 330 mil Toneladas de aceite (200 mil Toneladas menos que la recogida en 1993-1994 que había sido una cosecha media de 530 mil Toneladas) y que la sequía iba a provocar una brutal caída del valor bruto de la cosecha de la aceituna en el árbol de más de 30 mil millones de pesetas. Además, los jornales necesarios para recoger la aceituna serían inferiores a los de la pasada en torno a un millón trescientos mil. ¡Mal panorama se presentaba para los trabajadores del campo y sus familias!
Tal vez, ninguno de los viajeros había prestado atención a las noticias que en ese año habían destacado en los titulares de Periódicos y cabeceras de Telediarios, por ejemplo: En Enero, al sur de México, en el Estado de Chiapas, se había levantado en armas el Ejército Zapatista de Liberación Nacional liderado por el Sub Comandante “Marcos”. Quizás si conocían, que el día de Reyes había desaparecido la hija primogénita de Al Bano y Romina Power. En Febrero, en la guerra Civil Yugoslava, un ataque de serbios a un mercado de Sarajevo había ocasionado 79 muertos y 200 heridos. También había sido muy sonada la intervención, por parte del Gobierno, de la Cooperativa de Viviendas PSV de la UGT y la suspensión de la actuación de sus órganos de dirección. En Marzo, el papa Juan Pablo II había prohibido a todos los sacerdotes la militancia política y sindical. En abril, un misil derribó al avión del Presidente de Ruanda y como consecuencia se desencadenó el conocido “Genocidio de Ruanda”, con millones de muertos entre tutsis y hutus. Nicolás Redondo fue sustituido por Cándido Méndez en la Presidencia del Sindicato Socialista. El Ex Director de la Guarda Civil, Luis Roldán, se dio a la fuga. Dimitieron los Diputados y Ex Ministros Carlos Solchaga y José Luis Corcuera, así como el Ministro del Interior, Antonio Asunción, este por responsabilidad política en la huida de Roldán. En Mayo, durante la celebración del Gran Premio de San Marino había muerto el conocido piloto brasileño de F 1 Ayrton Senna. En este mes se inauguró el Túnel bajo el Canal de la Mancha. En lo que iba de Junio, había sido noticia la muerte de cientos de indígenas colombianos en una avalancha del río Páez y la salida de las tropas de EEUU, Francia y Gran Bretaña, encargadas (desde 1945) de la defensa sector occidental de Berlín. Sin embargo, lo más popular había sido el comienzo de los Mundiales de Fútbol en EEUU y la expulsión del mismo de Maradona (por dar positivo en un control de dopaje realizado después de un partido). A pesar de todo esto, la vida en Jimena seguí con su rutina habitual de siempre.

El día 28 de junio (previo a la festividad de San Pedro y San Pablo), fue martes y jornada de cobro para los que habían “trabajado en el paro” (es decir, habían dado unos jornales en una “Oferta de Empleo Público”). Cuando esto del “cobro” sucedía, los bares de la Plaza (“La Sociedad de Cazadores” y “El Morgan”, en aquellas fechas) hacían el “agosto” aunque estuviéramos en otra fecha. La larga “liga” del mediodía se prolongaba con los cubalibres de la media noche. Como nadie tenía bastante, al llegar la hora del cierre, se sacaban unas “litras de cubatas” a granel, al gusto de los trasnochadores. Los “poyetes” de la Plaza eran los asientos ideales para seguir con las interminables tertulias que sobrevienen cuando el estado de sobriedad está muy lejos de desear.

En una de esas “esperpénticas” reuniones habían coincido los cinco antes mencionados más Diego “Bacalao” y José “Cejablanca”. Sobre las dos de la madrugada, tal vez, por el influjo de la luna, que prácticamente estaba llena (entre el 23 y 24 pasados había llegado a su plenitud), “El Diablo” tuvo y propuso una idea, como menos, “descabellada”: ¡Y si nos vamos a Pamplona a que nos invite mañana a café mi hermano Pedro que es su santo!. “Bacalao” y “Cejablanca” argumentaron posibles problemas con sus mujeres y optaron por retirarse. Los cinco restantes se dispusieron a iniciar una “Odisea” que les dejaría marcados para siempre: ¡Los Cinco de la Fama!

Lo primero que había que hacer era un recuento del dinero que disponían: “El Diablo” había cobrado el paro y “El Gordo” también, este era el que más dinero llevaba, los otros tres estaban a “dos velas”. Eligieron para llegar a la Nacional IV la ruta de Úbeda, Linares y por la carretera de la Mina “Matacabras” salir al cruce de Baños de la Encina. Previamente, en la gasolinera de la entrada a Úbeda, tuvo Paco que hacer el primer desembolso para llegar el depósito de gasolina. Los viajeros iban distribuidos de la siguiente manera: el chofer era Melchor, el copiloto Pedro (por la larga experiencia que tenía de numerosos viajes en el camión de Agustín Molina y para poder acomodarse mejor con sus muletas) y en las ventanillas “El Gamba” y “El Rubio, a Paco le habían dejado el centro, para que con su peso el coche tuviera una mejor estabilidad.

(CONTINUARÁ EN LA SEGUNDA PARTE)

(SEGUNDA PARTE)

Con tranquilidad y buena letra, pues Melchor es un hombre tranquilo (como John Wayne en la conocida película de John Ford de ese mismo título: “El Hombre Tranquilo”), el viaje prosiguió con toda normalidad. La primera parada para tomarse un café, o lo que viniera bien (por aquellos años el control de alcoholemia no era muy riguroso), la hicieron (una vez dejado atrás Despeñaperros y la provincia de Jaén) en el conocido Bar-Restaurante de nombre tan literario como “Un lugar de la Mancha”. Nada más entrar, Paco “El Gordo”, buen aficionado a jugar a cualquier clase de lotería (sobre todo después de su experiencia como vendedor de cupones de la organización estafadora “Prodiecu”), compró una tira de los “Ciegos”. Repuestas las fuerzas, al amanecer estaban en Madrid.

Allí comenzó a complicarse la situación. “El Diablo” no daba con la salida de la M-30 para coger la N-II hacia Guadalajara y desde allí, en la desviación de Medinaceli, seguir directo hasta Pamplona. Cuando ya le habían dado tres vueltas completas al cinturón de la M-30, Paco exclamó: ¡Melchor es la tercera vez que pasamos por delante de ese cartel de Julio Iglesias!. Melchor se “aturulló” y se metió precipitadamente en la N-I Madrid-Irún. Pensaba que en cualquier cambio de sentido podría volver a coger la N-II. Sin embargo, después de varios intentos fracasados e infructuosos, se dieron cuenta de que ya estaban en Aranda de Duero (como es natural aprovecharon para comprar alguna botella de Ribera del Duero). Después de parar alguna vez más para hacer sus necesidades (los olores y efluvios que invadían el interior del coche indicaban el momento de hacerlo) se toparon con la monumental ciudad burgalesa de Lerma.

Aparcaron delante de un convento ubicado en las afueras de la localidad. Todo apunta a que fue en el Monasterio de la Ascensión de Nuestro Señor, más conocido como Convento de Santa Clara. No saben muy bien cómo se las apañaron pero las franciscanas clarisas les sacaron unos bocadillos y unos deliciosos dulces de su famosa repostería monjil. Al arrancar, como “El Gamba” no paraba de mirar la preciosa cristalera de la fachada de la Iglesia, “El Rubio” le preguntó: ¿Te gusta?, “El “Gamba” se limitó a decir ¡Vaya “pedrá” que tiene!

El camino iba avanzando y el día también a pesar de que en el mes de junio las jornadas diurnas son las más largas del año. Antes de llegar a Nanclares de Oca (donde se emplaza la prisión que acoge a gran parte de los “etarras”), el radiador comenzó a echar humo. Había que ir por una garrafa de agua. Decidieron que fuera “El Gamba” que, con su sempiterno mono azul encima, no levantaría ninguna sospecha. No encontró otro sitio que un Cuartel Militar, en un grifo del Cuerpo de Guardia le llenaron (con algún recelo) el recipiente de plástico, por suerte, el cabo que le atendió era de Porcuna. El incidente se solucionó sin más problemas.

Al llegar a Vitoria, Melchor intentó otra vez buscar la carretera de Pamplona, pero, como por arte del Diablo, después de coger una y otra vez los cambios de sentido que parecían los adecuados, otra vez estaban en la N-I. Ya de noche, pararon en Salvatierra a tomar un “tentempié” y descansar algo. Nuevamente en carretera, en Alsasua, intentaron dar la vuelta, pero otra vez fracasaron en el intento y cuando se dieron cuenta ya estaban pasando por Tolosa. Después dejaron atrás Rentería y cuando quisieron acordar, ya entrada la madrugada, estaban en el Puente Internacional de Santiago que, vadeando el río Bidasoa, une Irún con la frontera francesa de Hendaya. Sin embargo, en un visto y no visto, el coche se detuvo después de un ruidoso estremecimiento: estaban encima de una “rastra” metálica de las que usa la Policía y por las cuatro ventanillas aparecieron las “bocachas” de sendos subfusiles alemanes MP5 (Heckeler&Koch) que, en posición de “ráfaga corta”, llegan a disparar tres balas cada vez que se aprieta el gatillo. ¿Qué ocurría?

Sucedía, que en esos días, la Ertzaintza (Policía vasca) estaba al acecho de un posible comando de ETA que había intervenido en el asesinato del General de Infantería Juan José Hernández Rovira. El atentado había tenido lugar el pasado 1 de junio en Madrid. Además, hasta ese día, aparte de esta muerte, ETA había asesinado al Coronel Leopoldo García en Barcelona, al Guardia Civil Fernando López en Bilbao, al funcionario del Puerto de Barcelona Vicente Beti, al Cabo de la Guardia Civil José Benigno Villalobos en Trapagaran (Vizcaya) y al Teniente del Ejército Miguel Peralta en Madrid.

El viejo Seat 132 con matrícula de Barcelona y con cinco ocupantes masculinos (con las pintas que llevaban), justificaba toda clase de sospechas. Rápidamente se acercó un Capitán de boina roja y pidió las documentaciones. ¡No se podía creer lo que estaba comprobando!. Un coche sin papeles, un conductor sin carnet y los cinco eran de Jimena de Jaén según rezaba en sus DNI. Al principio, no les quiso decir nada, pero después de resuelto felizmente el “entuerto” les confesó que él había nacido en Guarroman y que de pequeño se había trasladado al País Vasco con sus padres.

Paco “El Gordo”, como hombre de más mundo y amplia experiencia administrativa, no en vano era por entonces Secretario General de la UGT en la Comarca de Mágina, salió del coche como portavoz. Para reforzar sus “coartadas”, le contó al Capitán como habían llegado hasta allí y el motivo del viaje. El Capitán no daba crédito a lo que estaba oyendo. Además, Paco le contó lo de su militancia en la UGT y le dijo también: Mi tío José “Comeajos” es alcalde de Burlada y mi prima Juanamari, la hija de mi “chacha” Juana, está casada con un Teniente Coronel que está destinado en el Cuartel General Mola del Acuartelamiento de Aizoain a tres kilómetros de Pamplona ¡Aquí tiene usted sus teléfonos si quiere comprobarlo!

El Capitán le ordenó a Melchor que saliera del puente y aparcara a la entrada del antiguo puente Avenida, al lado del nuevo, que ahora estaba destinado solo a peatones y a ciclistas. El coche siguió rodeado de ertzaintzas y el Capitán se acercó a un Jeep que estaba aparcado en las inmediaciones. Después de las llamadas telefónicas pertinentes comprobó que era verdad todo lo que le había dicho Paco. Llamó a “El Gordo” para que se pusiera al teléfono y hablara con el marido de su prima. Una vez que le contó la misma historia, este le dijo que iba inmediatamente para allá.

Mientras tanto, el Capital se había acercado al coche y al ver a Melchor, que estaba echado de bruces sobre el volante, le preguntó: ¿Usted bebe?, ¡Hombre se hace lo que se puede mi Capitán!, le contestó “El Diablo”. ¿Pero Ud. no sabe que quien bebe, vive menos?. Si, le contestó Melchor, pero mi papa, que le llaman “El Diablo”, siempre dice: “Se vivirá menos pero con el vino se está menos triste, menos deprimido, menos tenso, menos peleado con la vida y menos enfermo del corazón. El vino no es malo, hay otros “vinos” peores en la vida, como cuando te dicen ¡Vino el de Hacienda!, ¡Vino el recibo de la luz!, ¡Vino mi suegra!, o ¡Vino a buscarme la de la guadaña!, ¡Y ya sabes!: si quieres criarte fino y hermoso ¡buen vino y mucho reposo!

Después de este instructivo dialogo con Melchor, el Capitán le dijo a Paco que volviera al coche y que esperaran hasta que llegara su primo el Teniente Coronel. En poco algo más de una hora, este se presentó en su coche oficial. Después de cuadrarse reglamentariamente, el Capitán hizo un aparte con él. Seguramente le contaría el ridículo que supondría, sobre todo ante sus Jefes, toda la operación tan espectacular que había montado para que, al final, lo del “terrorífico” comando de ETA quedara en una reunión de amigos de un pueblo de Jaén que, con unas copas de más, habían realizado ese “increíble” viaje. Entre ambos mandos militares decidieron que lo mejor sería sacarlos de allí lo más rápidamente posible y, de tal manera, que no volvieran a perderse hasta llegar a Jimena.

El pariente de Paco les contó que ya podían irse y que si necesitaban gasolina, la misma Ertzaintza, se la repondría. Después de un abrazo, se despidieron, no sin que antes Paco les diera recuerdos para su “chacha” Juana y su prima Juanamari.

Una vez que habían repostado gasolina de “balde”, el Capitán de la Ertzaintza le preguntó a Melchor si era capaz de llegar a Jimena de un tirón. Ante su respuesta afirmativa, su voz sonó como un “trallazo”: ¡Ale, en marcha!, ¡Inmediatamente!. Melchor retrocedió pausadamente y levantando la mano a la manera de saludo, enfiló el camino de vuelta.

(SIGUE EN PARTE III Y FINAL)

(FINAL)

Lo que no sabían los “accidentados” viajeros era que, entre los dos mandos, habían montado toda una “operación logística” para que el regreso lo hicieran sin contratiempos. La llamaron “Operación Vuelta al Tajo” (por lo de la aceituna se sobreentiende). Acordaron, que desde que salieran de Guipúzcoa, les iría abriendo paso un coche o un motorista de la Guardia Civil. Además, entre los agentes, siempre tendría que haber alguno nacido o emparentado en Jimena. De esta forma, los viajeros no tendrían ningún problema y no sufrirían ninguna detención por parte de otros agentes de la autoridad de las provincias por las que fueran pasando.

El dispositivo, no costó mucho trabajo adecuarlo a lo acordado. Desde Irún, les acompañaría, en su coche del Ejército, el propio Teniente Coronel, yerno de la “chacha” Juana de Paco “El Gordo”. Rápidamente dejaron atrás el Puerto de Velate, el pueblo de Ostíz (alguno se acordó de María Ostiz, la cantautora y mujer del futbolista del Real Madrid, Zoco), y bordearon la ciudad de Pamplona. Casi en las cercanías de Tafalla le dio el relevo un Land Rover que conducía Manolo el hijo de Pedro “El Casero de las Pilas” y cuñado del Chico Nicolás o el Chico de “Sebastianito Pi”, que estaba destinado en un pueblo cercano. Con él a la cabeza, atravesaron la provincia de Logroño y después de subir el Puerto de Piqueras, ya en la provincia de Soria, a Manolo lo relevó Rodrigo, el sobrino del “Brigada Payayas”, que prestaba servicio como Guardia Civil de Tráfico en la cercana provincia de Burgos. Este, con su poderosa moto al frente, los acompañó por Almazán hasta Medinaceli, allí los dejó en manos de Luis “El de Matacas”, también Guardia Civil de Tráfico en la Comandancia de Guadalajara. Con Luis atravesaron Madrid, esta vez sin ningún despiste. Como ya se oía el rugido de los estómagos vacios, en Aranjuez, pararon en el famoso merendero “La Rana Verde”, a orillas del Tajo. “El Rubio” recordó con nostalgia los miles de ranas y pájaros que él había cazado en el río de Garciez cuando dormía en el “chozo” de la huerta que tenían al lado de la chopera.

El hijo del Casero de Matacas los dejó en la línea fronteriza de Toledo con Ciudad Real. Desde ahí, sería Paco Puertas (el yerno de Pedro Riles), oficial de la Guardia Civil de Tráfico, el que los acompañaría hasta pasar Despeñaperros y dejarlos en el aparcamiento del Hotel “La Perdiz” en La Carolina.

El último relevo (dado que en Jimena desde dos años antes, no existía dotación en el Cuartel de la Benemérita y dependíamos de Bedmar), estaría a cargo del Nissan “Panziverde” conducido por Juan Antonio (alias “Billy el Niño” y yerno de Ramón “Barbalarga”) acompañado por el Sargento “Brigido Culé”. Una confusión con otro coche patrulla de la Guardia Civil de la Carolina, le hizo creer a Puertas que ya había llegado el relevo de Bédmar y se dio la vuelta. Desde “La Perdiz” el coche de Melchor se quedó sin “ángeles de la guarda”. No tardarían mucho en volver a meterse en otro “lío”.

Una vez en marcha de nuevo y sin ninguna compañía “protectora”, lo primero que hicieron fue parar en Guarroman para ponerse “moraos” con los riquísimos hojaldres de la famosa “Pastelería Moreno”. Paco miro allí mismo la lista de los cupones premiados y, con un enorme grito de alegría, comprobó que le habían tocado 50.000 pesetas. Casi de inmediato, sugirió que si querían una copa para celebrarlo en un “Puticlub” que estaba pasado Bailén, en dirección a Andújar y que se llamaba “La Petit Cabane” (La Pequeña Cabaña). La propuesta fue aprobada por unanimidad.

Sobre las once de la noche aparcaban delante de la fachada de aquel “antro de perdición” iluminado por decenas de lucecitas rojas. El regente del local era un antiguo camarero de “La Cabaña”, la famosa (pero ya desaparecida) Sala de Fiestas que se encontraba a la salida de Jaén por la carretera de Los Villares. En esos momentos no había ningún cliente y solo estaba el barman y una espectacular pelirroja sentada en un taburete que se distraía con un cuadernillo de pasatiempos. Pidieron unas copas para ellos y otra para la “señorita”. Esta, enseguida se presentó y les dijo que era francesa y se llamaba “Ninette” (en realidad era de Belerda pueblecito granadino, al lado de Guadix, famoso por sus setas). Les hizo saber que su especialidad eran las clases de “francés”.

Paco, tan generoso como siempre, les dijo a los demás que los invitaba, el gasto correría a cuenta del premio de los “Ciegos”. “El Gamba” se había quedado dormido con los codos encima de la mesa, Melchor no aceptó la proposición diciendo que se acordaba mucho de su “Isa” que lo estaría esperando y el propio Paco también rehusó porque “eso” supondría traicionar a una pizpireta “lotera” de la que estaba enamorado. Pedro “El Cojo” dijo que por ser el mayor, sería el primero y el siguiente sería “El Rubio Garrotero”.

Ninette, se llevó a "El Cojo" a un reservado de los varios que había en los laterales del salón, el interior solo estaba separado del local por una aterciopelada cortina. La clase de “francés” duró menos que un bizcocho en la puerta de una escuela. ¡El siguiente!, voceó la falsa franchute. “El Rubio” no dudó ni un momento. Un extraño diálogo traspasó la rojiza tela de la cortina: ¡Te gusta rubillo!, ¡Siii, señora, siii!, ¡Pero te gusta mucho!, ¡Si, señora, Siiiiii!. En ese mismo instante la puerta de la calle se abrió estrepitosamente.

No tardó en oírse una estentórea voz: ¡Ya está aquí “El Tigre” y su ayudante “Melchorito”!, ¿Dónde está mi Ninette?. El individuo lucía un “tupé” rubio que apenas le tapaba una brillante calva y una prominente barriga le desbordaba la correa que le sujetaba el pantalón. La blanca camisa la llevaba desabrochada hasta el cuarto botón y una larga cadena de oro le daba una doble vuelta alrededor del cuello que era como el de un toro. El barman le hizo un gesto con la cabeza indicándole el reservado. Sin pensárselo un instante, “El Tigre”, todo alterado, se dirigió hacia el reservado. Sin embargo, no llegó muy lejos, “El Cojo” lo trabó con una de sus muletas y le hizo pegar una tremenda “costalá”. “El Gamba” que se había despertado con el estruendo, no se lo pensó ni un momento, agarró por el cuello una botella de Coca-Cola y se la estampó en medio de la calva. Por si no tenía bastante, Pedro arrodeó la otra muleta y con el extremo almohadillado le sacudió en las costillas. “El Tigre” perdió en un momento toda su fiereza. A “Melchorito”, no le dio tiempo de intervenir, “El Gordo” lo agarró por el cuello y lo lanzó por encima de la barra contra uno de los anaqueles lleno de botellas. ¡Adiós anaquel y adiós botellas!.

La cosa no llegó a más, la puerta volvió a abrirse violentamente y una pareja de la Guardia Civil entró gritando ¡Alto, la Guardia Civil!. Eran el Sargento Brígido y el yerno de Barbalarga que por fin los habían encontrado. El encargado, que no quería que el escándalo se hiciera público, les dijo que si le pagaban las botellas rotas el no presentaría ninguna denuncia. Cuando estaban contando las botellas que se habían quedado vacías y estrelladas contra el suelo, Paco, se dio cuenta que no olían a alcohol ni a nada, estaban llenas de agua coloreada. Efectivamente, eran de donde les llenaban las consumiciones a las “señoritas” y así, sin alcohol, podían “alternar” tantas veces como fuera necesario. Paco se echó mano a la cartera y sacó 5.000 pesetas y le dijo al de detrás de la barra: ¡Toma!, ¿hay bastante?. El encargado, cogió rápidamente el billete sin rechistar.

Una vez aceptado el trato y con “El Tigre” sentado en una silla y “Melchorito” abanicándolo con un periódico atrasado, salieron todos a la calle.
¡Venga!, les dijo el Sargento, vosotros vais delante y desde aquí ¡directos a Jimena!. Así fue, en algo más de dos horas, el viaje terminaba en el mismo lugar donde había empezado: la Plaza de Jimena cuyo reloj marcaba las tres de la madrugada. ¡Esto es la “rehostia”, exclamó “El Gamba”, ¡Cuarenta y ocho horas desde que salimos y todo lo que nos ha pasado!.

“El viaje a ninguna parte” había terminado: cada uno a su casa y Dios en la de todos, como diría un cura.

Hace unos días, hablando con los tres viajeros que todavía siguen vivos, les preguntaba si tuvieron miedo cuando vieron aparecer los subfusiles por las cuatro ventanillas. No recuerdo cuál de ellos, me dijo que sí, que pensó como sería su último paseo cuesta abajo por “El Piojo” y pasando a hombros por debajo de la higuera morisca (que por cierto ya no existe), también me contó que había imaginado su nicho con la lápida con su foto y con un epitafio entre las coronas de flores. ¿Te acuerdas de lo que estaba grabado en la lápida?, le volví a preguntar, ¡No de eso no!, ¡pero seguro que tú, que eres un hombre más leído, eres capaz de decirnos uno que me vendría bien!. Yo le contesté: ¡Bueno, sin mala intención!, pero con la guerra que le da “El Diablo” a su mujer y “El Gamba” y Paco a sus madres, a lo mejor valía este:

“TANTA GLORIA OS DE DIOS, COMO DESCANSO NOS DEJÁIS”.

Saludos y hasta otra,

PD: Todo estos hechos narrados fueron reales. El autor los transcribe convenientemente “adornados” para completar el guión del “relato”.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Jajajaja. Tito Luis Manuel eres genial, he vuelto a releer tu relato y eres genial, chapo por ti y por la madre que te pario.
Vaya cabeza tienes hijo,
Un abrazo.
Buenísimo Luis, si conoces algun extraño casp mas no dudes en contarnoslo. un saludo


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