JIMENA: LOS NOMBRES DE LA VIRGEN DEL ROCIO...

LOS NOMBRES DE LA VIRGEN DEL ROCIO

Varios nombres se dan y aplican a la Virgen del Rocío. La leyenda tradicional de la aparición dice que en la espalda del simulacro estaba escrito: Nuestra Señora de los Remedios. Según Infante-Galán, esto no pasa de ser leyenda. Otros investigadores, como es el caso de Morgado y Glez. en 1882, afirman que pudo existir efectivamente la advocación de Los Remedios en tiempos remotos, pero en lo que si coinciden todos es que esta imagen de la Virgen comenzó a ser conocida y venerada, desde el primer momento, con nombre derivado del lugar: Santa María de las Rocinas. En la Alta Edad Media y hasta bien entrado el siglo XIV, las imágenes de la Virgen tomaban su nombre de la iglesia donde eran veneradas o del lugar donde estaba su ermita o santuario.

Con este titulo de Santa María de las Rocinas fue venerada la Virgen hasta mediados del siglo XVII. Con esta advocación de Nuestra Señora Santa María de las Rocinas fue votada y proclamada patrona de Almonte en 29 de junio de 1653. En torno a esta fecha, ocurre el hecho del cambio de nombre y título de la Virgen.

El nuevo nombre de la Virgen, impuesto según dice un antiguo documento, "no sin mística alusión", lleva en sí una apretada cargazón de intencionalidad teológica.

ROCIO:
¿Qué es y qué significado tiene el rocío en la Biblia?
En el lenguaje bíblico el rocío es símbolo de las bendiciones de Dios.
La situación geográfica de Palestina, su relieve, su clima muy seco, explican esa estimación que el pueblo de Israel sintió siempre, hasta en nuestros días, por el agua, por las corrientes de las aguas, por la lluvia; explican también la importancia del rocío en la vida agrícola palestinense, tal como se refleja en la Biblia.

El viento del Mijan, de poniente, del mar, trae siempre la nube, la lluvia, el rocío refrescante y fecundador. Durante las noches, excepto cuando sopla el Negheb, el viento del mar, cargado de humedad, produce en la fría madrugada rocío tan abundante como una mansa y fina lluvia. Fácilmente comprenderemos la gran estimación que del rocío hacían los hebreos.

Pueblo de tan alto sentido religioso y poético como el hebreo, desde muy antiguo hizo del rocío símbolo de fecundidad y bendición:

La valoración significante del rocío como símbolo de bendición y fecundidad siguió una línea evolutiva, desde la simple fecundidad física de la tierra, hasta alcanzar el más alto sentido de fecundidad sobrenatural y espiritual. Ápice de la elevada significación sobrenatural del rocío en la Biblia es el vaticinio de Isaías:

Cielos, enviad rocío de lo alto,
y las nubes lluevan al justo:
ábrase la tierra y brote el Salvador
(Isaías, 45, 8)

PASTORA DE LAS MARISMAS:

Comenzó el pueblo almonteño a llamarla así por el traje de pastora que viste en sus venidas al pueblo; en el lenguaje coloquial almonteño, cuando se habla de la venida de la Virgen, se la suele nombrar La Pastora, sin más. Luego cundió el decir, y el bello apelativo se completó y convirtió en Pastora de las Marismas, nombre bien dicho y traído, y mejor aplicado a la Virgen del Rocío, por la tradición pastoril de la misma marisma almonteña. Y el Niño de la Virgen vino de este modo a ser llamado Pastorcito del Rocío.

Después de todo lo de antes dicho, no es necesario razonar con citas el fundamento bíblico de este nombre aplicado concretamente a la Virgen del Rocío, nombre que, por otra parte, como dicho de la Virgen, es de muy antigua tradición religiosa y literaria. Gonzalo de Berceo ya apellidaba así a la Virgen.

Y hasta el Santo Maestro Juan de Ávila, más de una vez llama en sus sermones, pastora a la Virgen:

"Y pues aquí somos venidos para ser apacentados con la palabra de Dios, y la Virgen sin mancilla es nuestra pastora después de Dios, supliquémosle que nos apaciente, alcanzándonos gracia."

Bien dicho está, pues, este nombre que por tantas razones tan perfectamente le cuadra a la Virgen del Rocío, Pastora de las Marismas.

BLANCA PALOMA: El pueblo almonteño, fuertemente agarrado a su tradición, acostumbra aclamar a la Virgen con ese nombre que sus antepasados dirigían al Espíritu Santo: ¡Viva esa Blanca Paloma!

Esa blanca paloma era el Espíritu Santo, que desde que le fue cambiado el nombre a la Virgen, se puso en el camarín, sobre la cabeza de la Señora, y en el techo del palio, y hasta bordado en el centro de su manto.

Al Espíritu Santo, pues, se dirigían esas aclamaciones. Borrado del conocimiento del pueblo, con el correr de los tiempos y la general incultura religiosa, el profundo contenido teológico y de espiritualidad de la devoción rociera, el ¡Viva esa Blanca Paloma! fue entendido por todos, los de casa y los de fuera, como dicho por y para la Virgen.

En el lenguaje bíblico, la paloma no es sólo figura y símbolo del Espíritu Santo, sino que significa y representa también al pueblo de Israel, al pueblo de Dios, a la comunidad perfecta de la gracia mesiánica, a la Iglesia.

La paloma, símbolo del Espíritu Santo y de la Iglesia –de María también como tipo y figura de la Iglesia-, viene a ser en la devoción rociera signo de la vinculación del estrecho nudo que existe entre el Espíritu Santo, María y la Iglesia. A la Virgen del Rocío le viene propia y exactamente dado ese bello piropo bíblico de Blanca Paloma.

Fuentes:
Bibliografía:
Juan Infante-Galán: "El Rocio, devoción mariana de Andalucía"
Archivo Particular.


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