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JIMENA: Premios Poya 2013...

Premios Poya 2013

Hay Goyas y Poyas, por si no lo sabían. Los primeros se entregaron en la gala del cine, y los segundos los vamos a repartir ahora.

Un Poya no es sino una mención concedida a destacados artistas de este país que ahora están en el candelabro mazagato. Eso sí, aplicar a Poya fuerza tónica en la pronunciación acaba por recordar otra expresión más contundente que vive incardinada en la familia de las interjecciones sintagmáticas. Por ejemplo, sale a la luz con fuerza y se exclama cuando te pide Hacienda que le pagues lo que debes, y tú contestas: ¡Y una p…! Incluso, los más contundentes añaden coletilla: … como una olla.

Pero no hay que confundirse: Poya suena más suave. No le busquen otras aplicaciones a esta palabra -que las hay- porque ya lo acabo de explicar, siempre con ánimo de informar y formar. De nada.

No ha sido fácil la adjudicación de estas distinciones, porque personal meritorio para llevarse un Poya lo hay a patadas entre los numerosos protagonistas del Estado del Malestar. Sin embargo, es preciso estar a la altura y, también aquí, recortar en lo posible. Así, pues, una vez metida la tijera, los Poyas de la presente edición de 2013 han recaído en los siguientes personajes:

Poya al mejor largometraje español para Gerardo Díaz Ferrán, por su versión española de Toma el dinero y corre, película que hace justicia al mundo del hampa tras la tontería de Woody Allen. Su labor al frente de una institución tan conspicua, al menos a priori, como la patronal, le hacen acreedor indiscutible de la mención.

Poya al mejor corto para Francisco Correa, autor de Una boda y un funeral, documental filmado en El Escorial, en su primera parte, y en Soto del Real cuando se acabó el presupuesto. Con la cantidad de implicados en la trama Gürtel, verse en la trena es de cortos. Corto de cojones.

Poya al mejor guión adaptado para JaumeMatas, por resolver, en beneficio propio y de manera indiscutible, la readaptación de La isla del tesoro, o sea, Mallorca.

Poya al mejor trabajo en maquillaje y peluquería para Isabel Pantoja, impecable en el rodaje del Caso Malaya, sin despeinarse ni hacer concesiones al rímel desbocado ni a la fogosidad pilosa.

Poya al mejor guión extranjero para José Blanco, por The Champ (El campeón).

Poya al mejor reparto para Julián Muñoz. Tuvo fallos al comienzo, al decir de su exmujer, cuando la pasta se repartía en bolsas de basura, pero eso se corrigió porque el tiempo de actuación dio para repartir en abundancia y perfeccionar el sistema.

Poya al mejor decorado para Carlos Fabra, por el aeropuerto de Castellón en el filme Aterriza cuando quieras.

Poya al mejor casting para José Luis Baltar, por llevarlo a efecto sin moverse de casa. Con familiares y amigos, y con dos.

Poya al mejor montaje para Luis Bárcenas. Solidez a prueba de delaciones, bien que andamiada por tener ases en la manga o gente cogida por los eggs.

Poya al mejor actor revelación para Iñaki Urdangarín. Su ascensión en popularidad ha sido meteórica y ha batidos récords. Algunos, cada vez más, ven el fenómeno como un salto mortal al vacío.

Poya al mejor papel secundario para la infanta Cristina; no es fácil permanecer en la sombra y que te roben (¿he dicho roben?, no lo borren, por si acaso) todo el protagonismo.

Poya al mejor largometraje de ficción para Francisco Javier Guerrero, por los ERES falsos. Ficción pura, salvo el dinero afanado, que era auténtico.

Poya al mejor vestuario para Francisco Camps. Acabó a malas con el sastre de sus trajes, pero nadie está libre de un tropiezo con quien te coge las medidas.

No se lo tomen a broma, todo esto es cada día más real (¿he dicho real?, no lo borren, por si acaso

Francisco Javier Zudaire