Atao a la columna vas
con la espalda descubierta
te fustigan sin piedad
llevas tus carnes abiertas
porque con rabia te dan.
Tus lagrimas, Madre mía
son como dos finas perlas,
son el rocio del día
¿quien no suspira al verlas?
y llora contigo, MARIA.
con la espalda descubierta
te fustigan sin piedad
llevas tus carnes abiertas
porque con rabia te dan.
Tus lagrimas, Madre mía
son como dos finas perlas,
son el rocio del día
¿quien no suspira al verlas?
y llora contigo, MARIA.
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