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JIMENA: UNA VEZ CONQUISTADO EL CASTILLO, OCURRIO ESTO:...

Santa Catalina de Alejandría y la reconquista de Jaén.

En esta legendaria historia encontramos a una de las copatronas de Jaén, Santa Catalina de Alejandría, y el origen de su devoción antiquísima en la ciudad, si bien, según algunos autores, es posible que la devoción a Santa Catalina fuera anterior a al conquista cristiana en 1.246 y, por ese motivo, se perpetuara durante siglos primero como patrona y, después, a partir del siglo XV, como copatrona con la Virgen de la Capilla.
Estando Fernando III el Santo en las inmediaciones de la ciudad, que estaba sitiada por sus tropas, con el objetivo de rendirla y tomarla por fin para los dominios castellanos, empujando cada vez más a los musulmanes hacia su último reducto, en Granada, dicen que una noche sucedió algo mágico.
Estando en sueños, la joven mártir Santa Catalina de Alejandría se le apareció en sueño y le entregó unas llaves grandes. Una vez despierto, se entendió que eran las llaves de la ciudad de Jaén y que en el sueño Santa Catalina estaba mostrando su apoyo a las tropas cristianas que estaban a punto de rendir Jaén.

Muy poco después, el rey castellano, consiguió del rey musulmán Alhamar la rendición de Jaén, declarándose este último como vasallo de Castilla y retirándose a Granada, donde perduraría el dominio musulmán durante dos siglos y medio más.
Hoy día, el cerro donde se asienta la ciudad, y también el castillo, donde la santa tiene una capilla, son conocidos con los nombres de monte o cerro y castillo de Santa Catalina.

Felicidades a todas las Catalinas y buenos días, que es lo que se dice al entrar en algún sitio ¿o no?.

UNA VEZ CONQUISTADO EL CASTILLO, OCURRIO ESTO:

La Cruz del Castillo.

Nos cuenta esta leyenda, que es una verdadera tradición de la cultura jiennense como ahora veremos, que cuando el rey Fernando III El Santo entró a Jaén, tras su conquista a los musulmanes, subió al Castillo árabe con sus tropas y llegó hasta el último extremo del cerro de Santa Catalina, que así llamó como consecuencia de una aparición de la Santa en sueños.
Llegado a ese punto del monte, único lugar de la cima del cerro desde donde todavía hoy se puede contemplar la majestuosa Catedral, antes espacio que ocupó una mezquita, uno de los capitanes de sus tropas hincó, como signo de triunfo, su espada en el suelo del lugar, quedando esta con la punta clavada en el suelo y el travesaño de tal modo que, a primera vista, pudiera parecer una cruz cristiana.
Gustó esto al rey Santo y decidió, que a partir de aquel momento (primavera de 1.246), hubiera siempre una gran cruz en aquel lugar que recordarse la conquista cristiana y que, además, pregonara a los cuatro vientos el dominio castellano de la antigua medina.
A partir de entonces la leyenda se convierte en verdadera tradición, quizá por tener visos de ser un hecho histórico y verdadero, y las religiosas del Real Monasterio de Santa Clara (que fundó el mismo rey según otra tradición), serían las encargadas de costear una cruz que siempre debía permanecer allí.
Los proverbiales vientos de Jaén dieron al traste con muchas cruces de madera y de hierro, que quedaban inservibles cuando caían, obligando a crearlas nuevas. Pasado el tiempo las religiosas abandonaron esta encomienda y el Obispo de la diócesis de Jaén le encomendó el privilegio del mantenimiento de la Cruz del Castillo, que así la llamaban ya todos, a la familia giennense de los Balguerías, los cuales, sobre 1.950, y concretamente Eduardo Balguerías, colocaría la actual Cruz de hormigón armado que, más de medio siglo después, ni el tiempo ni el viento han podido derribar.

Confiemos en que siga durante muchos siglos haciendo de vigia de Nuestro Jaen.
saludos