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JIMENA: Cosas de mi pueblo....

Aunque supongo que en Jimena es conocida la noticia os comunico que ha fallecido Maria Morales, hermana de Caty la mujer de Manolo el farmaceutico. El entierro es hoy a las 17,30 en Jimena, el cadaver se vela en la sala nº 9 del tanatorio de la carretera de Granada, en Jaen. Fue compañera de trabajo, pero sobre todo amiga, fue una gran persona. Descansa en paz Maria.

... Hoy en día la bondad no es bien que se cotice en alza.
Cuando confundimos la sinceridad con la mala educación, cuando aplaudimos a las personas que gritan, que insultan... cuando se valora más el TENER que el SER...
Mari sencillamente era una buena persona, D. E. P.

Cosas de mi pueblo.
Un repaso por aquellos años 60 y pico.
Podría ser una tarde de un Domingo de Octubre como la de hoy, después del ajetreo de las fiestas, la recogida de los zarzos en la huerta, empanochadas las granadas y colgadas en las vigas retorcidas de las cámaras, los higos aovados ya en la cámara tapados con un mantón de la aceituna vuelta y vuelta al montón donde poco a poco irían sacando el color blanco de la azúcar donde este un higo seco con un trozo de nuez en el interior quizá es sin duda uno de esos manjares naturales exentos de propaganda televisiva que hace que muy pocas personas puedan degustar, tan excelente manjar, una pena ver en el verano esas solas de higos en el suelo, lamentable con el hambre que pasan en el tercer mundo y lo caros que tenemos que pagar los de Turquía en zonas como Pamplona donde no bajan de 6 o 7 euros el Kilo.
Recuerdo aquellos juegos en la plaza, en el parador o el molino de pan o quizá alrededor de la iglesia zona esta donde patuleas de muchachas y muchachos jugamos a cualquiera de aquellos juegos de pillar o escondite,
Había llegado el tiempo de la majoletas y un poco más tarde o casi a la vez, las almecinas también había otras como las azafaifas y quizá me deje alguna, pues bien una borsillá de majoletas daba para vender alguna y ganarse alguna perra gorda para comprar un cigarro peninsular o bisonte en casa de Esperanza la de Montilla o en casa del inolvidable Vicente Calabuch.
Decía que las majoletas y las almecinas además de comerlas sus huesos nos permitían hacer alguna diablura con un canuto de caña que disparado con eficacia casi era como un perdigón en el blanco casi siempre del pompi de alguna niña o amigo que permitía pasar la tarde con este tipo de juegos.
También cuando la tarde era fresquita podíamos jugar al futbolín o el billar en casa de Manolito la mirinda era la bebida de la época apetecible, en torno aquella televisión en el salón de la parte baja del Bar donde ya queríamos imitar a los mocicos algo un poco todavía difícil pues ni la edad, ni la vestimenta, ni la perrillas del bolsillo nos lo permitían, cada cosa a su tiempo dirían nuestro padres o Abuelos.
No era necesario ni botellón, ni un paquete de tabaco entero, y mucho menos otras cosa que por desgracia hoy destrozan más de una vida joven, la juventud de aquellos años iba a caballo de estos juegos, tatarear alguna canción de las que oíamos en la radio, también alguno ya se habían aficionado a tocar la armónica instrumento este muy apreciado por aquellos jóvenes.
Anochecia y la carrera y la plaza era un hervidero de personas mayores, mocicos con sus novias, solteros y solteras paseando buscando el poder sentase en una mesa y poder echar una liga, la ventanas de la taberna de periquito el marido de Magdalena era una imagen fija, Mis tíos lo Maromos con aquella botella riza con caña en la boca de la misma y llena de aquel blanco rubio que debía ser ecológico total, más abajo la cuadrillas de Mi abuelo Mariano con Salvador patillas Manolo el sastre, Mi tío Andrés, Jeromo el civil y tantos y tantos que podría enumerar, más abajo la peña con Mateo Ruiz, Don Miguel, Martin Campos y otros, en fin solo quería reseñar algún ejemplo evidentemente toda las tabernas tenían su clientela.
Debajo del quiosco nos arremolinábamos los muchachos alrededor del puesto de Vicente Calabuch, con sus cestas de arbellanas, los garbanzos tostaos, los cañamones, los trozos de paloduz quien no chupo aquello hasta dejarlo como el pelo de las muñecas, los caramelos y ya por este tiempo las primeras castañas, tener un real y comprar un puñaillo de las mismas e ir pelándolas con la navajilla era todo un ritual, eran tiempos difíciles pero había familiaridad, amigos, vecinos, como diría hoy un joven había buen rollo.
Pues bien esto os quería contar esta tarde, recordando aquellas otras de las que Yo guardo muy buenos recuerdos y no sería por la abundancia que había en mi casa, pues éramos una familia de lo más horrado, pero también de lo más humilde como tantas otras.
Unos saludos paisanas y paisanos.
M. Nieto de M. Rasca.
9/10/2011