... los desayunos, previos a la jornada de recolección, eran contundentes y nadie se miraba sus niveles de colesterol; además de lo que comenta Mariano, yo me acuerdo de las fritadas de chicharrones o/y el adobo de la matanza (torreznos, papada, lomo..), cuando nó el cocido mareado con un huevo, ajos y algunos pimientos verdes (morrococo jimenato). luego no faltaba el café con leche y los mantecados del tiempo. A medido dia, si el olivar estaba relativamente cerca, mi tia se dejaba cociendo a la lumbre unas habas secas con oreja, rabo, tocino blanco y morcilla ("habas vaciás"); a la una en punto me mandaba mi padre por la olla y con exquisito cuidado, me la colocabán en el serón del mulo, perfectamente encajada y todo el mundo cuchará y paso atrás; el vino se servia a tragos con una caña encajada en el gollete de la botella. Cuando pueda ós mando una foto testigo con mi familia compartiendo la olla en las olivas del Monte. Recuerdo que, a la vuelta de unos años en Madrid y Santander, entre mi padre y mi tio Alejandro, se las compraron a D. Bartolomé el médico. Otro día os contaré una anecdota de cuando nos llevaba, en el viejo Ford, a los niños de la vecindad a cazar codornices con reclamo artificial en la estación Garciez-Jimena