Se salvó la imagen de Nuestro Padre Jesús, CASTILLO DE LOCUBIN

La destrucción y el expolio de la mayor del patrimonio artístico e histórico perteneciente a nuestra Iglesia de San Pedro Apóstol y ermitas durante los meses de verano y otoño de 1936, también en 1937, por parte de algunos campesinos, jornaleros afiliados a organizaciones sindicales como la CNT y, sobre todo milicianos, debe entenderse como hechos de euforia colectiva que pretendían poner de manifiesto el final de una larga época de dominio indiscutido de las clases privilegiadas que monopolizaban la propiedad de la tierra y la mayor parte de los recursos económicos de nuestro término. Estos campesinos identificaron siempre a la Iglesia Católica (los curas y su jerarquía) como la defensora de los privilegios de la clase terrateniente. Y, efectivamente, sucedió así.
Como acabo de referir, que estos hechos tuvieran especial virulencia durante los meses de septiembre y octubre de 1936, poco antes e incluso después de que las tropas nacionales tomasen Alcalá la Real (30 de Septiembre de 1936), quedando Castillo como zona republicana, se deduce claramente de la declaración del Tesorero de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Don Antonio Olmo Romero:“El día 3 de Octubre de 1936, a las 4 de la tarde, manifesté que si alguien preguntaba por la imagen de Jesús, se le dijese que ya había sido quemada. Tomando las precauciones necesarias, trasladé la imagen a la casilla de mi huerta sobre las 12,30 de la noche” (Programa de Semana Santa de Castillo de Locubín, 2005. Pag, 13).
Curiosamente también en aquellos días el comandante José Poblador Colás (Pancho Villa) y su columna militar dispusieron fusilar a un grupo de derechistas (encarcelados en el Pósito) que habían apoyado a las tropas sublevadas en la zona de Alcalá y Castillo.
El entonces alcalde del Frente Popular, Manuel Delgado Morales, probablemente presionado por una serie de personas, y ante el miedo que él y muchos tenían sobre las posibles represalias que los habitantes de nuestro pueblo podían sufrir por las tropas nacionales (estaban a pocos kilómetros) si se fusilaban a los presos derechistas de la cárcel del Pósito, trató por todos los medios de impedir aquella matanza liberándoles personalmente al grito de: “ ¡Sálvese quien pueda!”. Al mismo tiempo fue una de las pocas personas que, como alcalde, hizo frente al comandante Pancho Villa. Sobre todo, cuando poco después de haber liberado a los rehenes, se presentó éste último para pedirle las llaves de la cárcel con el fin de fusilarlos.
Dejo unas preguntas en el aire para que cada cual piense lo que quiera. ¿Hubo alguna relación entre el alcalde y su grupo con el tesorero de la hermandad, Antonio Olmo Romero? ¿Se llevó a cabo alguna presión por parte de un conjunto de personas devotas de la imagen de Jesús Nazareno hacia el alcalde (Manuel Delgado) para evitar que fuera destruida? Ante esa presión ¿el alcalde aconsejó al tesorero de la hermandad y sus amigos que hicieran todo lo posible para que la imagen fuese escondida? Hay que recordar que este paso ya gozaba de mucha veneración en Castillo. Incluso, algunos de los compañeros que colaboraron con Antonio Olmo en la tarea de salvar este símbolo identitario de su quema y expolio, eran íntimos amigos del alcalde. Por ejemplo, el caso de Victoriano Olmo Izquierdo, que junto a Valeriano Aranda Peñalver, los hermanos Manuel y José Delgado Morales, Manuel Castillo Fernández, Juan López Aranda, José Peinado Castillo y Manuel Peinado Chica, se encargarán de formar el partido de Izquierda Republicana en Castillo de Locubín. Y, aún, otro dato más: el propio Olmo Romero fue concejal de Izquierda Republicana.
Aunque, sin duda alguna, fue la devoción de Antonio y sus compañeros a la imagen lo que les llevó a esconderla.
En definitiva, ¿Influyó con anterioridad la actitud del alcalde Manuel Delgado Morales-Chirinías- para que el Tesorero de la Hermandad hiciera aquello?. No lo sabemos todavía. Y que conste que con estas formulaciones no quiero quitar “protagonismo”- sin duda lo tuvieron- a Antonio Olmo Romero ni a su círculo: Antonio Baltanás Jiménez, Martín Contreras Aguayo, Antonio Galán Jiménez y Victoriano Olmo Izquierdo. Simplemente trato de formular una hipótesis que seguramente no se pueda constatar e incluso sea errónea.
Lo único cierto fue que, en tanto que se salvó la imagen de Jesús Nazareno gracias a la devoción de estas personas, la cruz, diadema y corona de plata que portaba, corrieron peor suerte. Fueron saqueadas y destruidas.
Impresionante relato.
Felicito al autor.
Se trata de un trozo de las raíces de nuestro pueblo.