Buenas tardes paisanos alicuneros. Como nadie me dice nada, sigo escribiendo.
Nos acercamos, poco a poco, pero inexorablemente, al final de año 2025.
Una año, cuanto menos curioso. Para algunos un buen año. Para otros un mal año. Para otros, Mercurio retrógrado. El futuro...
El futuro nos da esperanzas, algo donde asirnos para no ahogarse en una cotidianeidad que nos aplasta. Pero tambien genera incertidumbre. Por que lo desconocemos. Y lo desconocido nos da miedo. Solo los locos pasean por ese callejón oscuro a las dos de la mañana que es el futuro.
¿Se puede prevenir? Si, pero hasta cierto punto.
Porque la acción, los hechos, son azarosos y si pudiéramos matematizarlos de algún modo, estos cálculos contendrían tantas variables que ni un ordenador cuántico podría hacer previsiones certeras más allá de un porcentaje de probabilidad más o menos alto.
Y ese porcentaje que no podemos controlar es la magia dela vida y tambien nuestro mayor temor.
¿Qué es el tiempo?
San Agustin decía sobre esto: «Si nadie me lo pregunta, lo sé. Pero si tuviese que explicárselo a alguien no sabría como hacerlo».
Explicar qué es el tiempo en toda su extensión del concepto es realmente complejo. Me gusta como lo entendía Pitágoras. El tiempo para él, es el alma de este mundo. Y así es. Todo es tiempo. Todo lo cura el tiempo, pero tambien lo aniquila. Porque lo es todo.
Martin Heifegger, el filosofo alemán, sostiene que el ser humano no existe en el tiempo, sino que su misma esencia es temporal. Siguiendo la linea presocratica-pitagorica de la que hablábamos antes.
El ser humano tiene en su propia esencia el proyecto a realizar, que es su propia vida. A difencia de un objeto, como una piedra, que es siempre presente, un ser humano está inacabado y todo él es proyecto a futuro. Es su misma esencia.
Un proyecto por realizar. Nunca estamos acabados completamente. Nuestra esencia no nos permite eso porque ella misma es proyección. No se puede situar más allá en la quinta dimensión. Existimos siempre adelantándonos a nosotros mismos, proyectándonos hacia nuestras posibilidades.
El pasado, en cambio, no ha acabado, como muchos creen. El pasado no es algo que ha dejado de existir. Somos nuestro pasado en el sentido de que estamos «arrojados» a un mundo y a una situación que no elegimos. Este «haber sido» es la base desde la cual nos proyectamos hacia el futuro; es lo que ya somos y que influye en todas nuestras posibilidades. Y la única certeza que tenemos, realmente, es la muerte. El ser auténtico, nuestra esencia alcanza su plena realización cuando se enfrenta a su posibilidad más propia; la muerte. Al aceptar que somos finitos, nos liberamos delo cotidiano y vislumbramos nuestra realidad como una totalidad finita.
Cuando no somos conscientes de nuestra finitud perdidos en la vida cotidiana, vivimos el tiempo inauténtico, vulgar. En nuestro día a día. Alejados de nuestra esencia.
Perdido en juegos de humo y rayos láser, como cantaba Franco Battiato.
Para Heidegger el tiempo no es una entidad objetiva que medimos con relojes, sino la estructura fundamental dela existencia humana. No es algo que tenemos, sino algo que somos. El tiempo es el «como» de nuestra existencia, el horizonte desde el cual comprendemos el ser. La pregunta «que es el tiempo?» se transforma en la filosofía heideggeriana, en la pregunta « ¿quienes somos nosotros?», y la respuesta es: somos seres finitos, proyectados hacia la muerte, cuyo ser es en esencia, temporalidad.
Ahí es nada.
Buena semana para todos.
... (ver texto completo)