En su obra Sobre el terremoto de primero de noviembre de 1755 el vicario de
Huelva, Antonio Jacobo del
Barco, describió los efectos de un seísmo que cambiaría la mayor parte de la fisonomía de la ciudad. La destrucción de los
edificios, en su mayoría templos, y el lento crecimiento de la ciudad en esos siglos hizo que gran parte del patrimonio capitalino previo al seísmo desapareciera al resultar seriamente dañadas las
iglesias de
San Pedro, 35 la Concepción, el
Convento de la Merced e incluso
monumentos ya desaparecidos, como el
Castillo o el
Arco de la Estrella. En el primer cuarto del siglo XVIII la costa de Huelva se hace más segura y sobre todo se produce una modernización en las técnicas y artes de
pesca. Además, el hecho de trasladarse la
Casa de Contratación a la ciudad de
Cádiz permite aumentar considerablemente el número de
embarcaciones que recalan y se abastecen en el
puerto de la ciudad. Es en este siglo cuando se abre la aduana y los Duques de Medina Sidonia ubican en Huelva su tesorería. Tras el terremoto de 1755 la ciudad se reconstruye creciendo rápidamente y pasa en 1811 a manos de la Corona española. Sería en 1823 cuando se realizaría la división por provincias que hoy existe. El antiguo reino de
Sevilla se divide en partes creándose dos nuevas delimitaciones administrativas: Huelva y Cádiz. Diez años después se convierte en capital de provincia según la división administrativa de Javier de
Burgos. Las
casas de contratación o lonjas eran establecimientos destinados al control de la actividad comercial, el tránsito de personas y expediciones entre
España y América. Registraban todas las mercaderías que circulaban entre España y América e intervenían en los juicios comerciales.