San Diego de Alcalá patrón, AYAMONTE

Retablo de San Diego de Alcalá. n la nave del Evangelio encontramos el retablo de San Diego de Alcalá, de madera oscura y datado en el siglo XVIII. San Diego de Alcalá es copatrón de la ciudad junto con la Virgen de las Angustias y San José, ya que se la atribuye haber librado a la ciudad de una epidemia de peste. La imagen de San Diego es una escultura de bulto redondo realizada en 1590 por Juan Martínez Montañés. Presenta al Santo de pie, vestido con hábito franciscano que cae en pliegues verticales, con la mano derecha sobre el pecho y la izquierda abrazando la cruz. La imagen del Santo se encuentra entre la imagen de Sor Ángela de la Cruz, que fue fundadora de las Hermanas de la Cruz, obra de León Ortega, escultor ayamontino, y la imagen del beato Vicente San José Ramírez, nacido en Ayamonte, fraile franciscano, martirizado en Japón. Fray Diego de San Nicolás, O. F. M., conocido como san Diego de Alcalá (San Nicolás del Puerto, Sevilla, 1400-Alcalá de Henares, 13 de noviembre de 1463), fue un fraile franciscano español considerado santo por la Iglesia católica. Vistió el hábito franciscano hermano lego en la Orden de los Frailes Menores de la Observancia. Fue misionero en Canarias, donde llegó a ocupar el puesto de guardián del convento. Fue canonizado por el papa Sixto V en 1588 en la única canonización realizada por la Iglesia Católica durante el siglo XVI, ya a finales de este. Es considerado patrono de los Hermanos legos franciscanos (no clérigos) por haber sido el primer hermano lego canonizado en la Orden. Nació a finales del siglo XIV en el seno de una familia modesta, en el pueblo de San Nicolás del Puerto, al norte de la provincia de Sevilla y en plena Sierra Morena. Sus padres, de fe cristiana, le pusieron el nombre de Diego, derivación de Santiago, patrón de España. Desde su más temprana juventud se consagró al Señor como ermitaño en la capilla de san Nicolás de Bari, en su localidad natal, y después en el eremitorio de Albaida1​ bajo la dirección espiritual de un sacerdote ermitaño. Fue un hombre bastante viajero para su tiempo; vivió en Canarias, Roma, Castilla y Andalucía y recorrió numerosos lugares de Córdoba, Sevilla y Cádiz. Durante su peregrinación a Roma pasó por numerosos lugares de España, Francia e Italia. Residió en los conventos de La Arruzafa (Córdoba), Lanzarote, Fuerteventura, Sanlúcar de Barrameda, Santa María de Araceli (Roma) y Santa María de Jesús (Alcalá de Henares), donde falleció en 1463. Muy poco se sabe de sus primeros años. La más fiable de sus biografías, la de Francisco Peña, abogado y promotor en Roma de la causa de su canonización, y que debió poseer los mejores datos en torno a la vida de san Diego, así lo reconoce. Cristóbal Moreno, traductor en el siglo XVI al castellano de la obra latina de Peña, también hace constar esta insuficiencia de datos sobre su niñez y primeros años. Y hasta la Historia del glorioso san Diego de San Nicolás, escrita por el que fue guardián del convento de Santa María de Jesús, de Alcalá de Henares, donde vivió y murió el santo, se remite para esta época a las anteriores biografías de Peña y Moreno. La Historia de Rojo, el guardián complutense, aparecida en 1663, sesenta años después de la muerte de Moreno y a un siglo de distancia de la obra latina de Peña, no pudo ampliar con nuevos datos, como parecería lógico por haber vivido en el mismo convento, lo que la bula y anteriores biógrafos nos comunican. Alonso Morgado tampoco nos enriquece el conocimiento de la niñez de Diego con aportaciones que llenen el vacío de sus primeros años.
(19 de Abril de 2019)