María, Carmela, Paquito... Mi corazón está ahí. No dejar, ni vosotros, ni nadie, que el martincarrasco de turno os canalize cómo a MI BARRANOCO, os pulverize como a nuestro PILAR DE LA
IGLESIA, que es nuestro, nuestro desde siempre, porque lo fue nuestros mayores. Un mal viento se lo llevó un triste día...