Es inevitable empezar el año aludiendo a los deseos, a los buenos deseos. Deseos propios y ajenos, deseos llenos y rellenos, deseos postizos y protésicos, deseos de colores y en blanco y negro. Miles de deseos circularon anoche, incluso hoy, por el aire o la fibra óptica, o las hondas hertzianas o por señales de humo. Los deseos, los buenos deseos, incluso los malos deseos, son, como decía Aristóteles, la única fuerza motriz.
Parafraseando a Marcel Proust, pienso como él, que “a cierta edad, un ... (ver texto completo)
Parafraseando a Marcel Proust, pienso como él, que “a cierta edad, un ... (ver texto completo)