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PEDRO MARTINEZ: LA PROMESA QUE TARDÓ 52 AÑOS EN CUMPLIRSE...

LA PROMESA QUE TARDÓ 52 AÑOS EN CUMPLIRSE

En 1971, en un pequeño pueblo costero de Galicia, dos amigos inseparables, Manuel y Roque, pasaban las tardes pescando con cañas improvisadas.
No tenían mucho, pero compartían todo: el pan, los secretos… y un sueño.
Una tarde, mientras el sol caía sobre el mar, hicieron un pacto:
—El primero que logre tener un barco, vendrá a buscar al otro, sin importar dónde esté.
—Hecho. Pase lo que pase.
La vida, sin embargo, se llevó ese juramento a la deriva.
A los 18 años, Roque emigró a Argentina en busca de trabajo.
Manuel se quedó, cuidando a sus padres y ayudando en el puerto.
Las cartas eran pocas y, con el tiempo, dejaron de llegar.
Pasaron las décadas.
Manuel formó una familia, enviudó joven y crió a sus hijos junto al mar.
Roque, en cambio, construyó una vida lejos, sin regresar nunca, pero guardando en silencio aquel pacto juvenil.
En 2023, Manuel tenía ya 70 años. Su salud se debilitaba y pasaba más tiempo sentado en un banco del puerto que en la mar.
Esa mañana, mientras observaba el horizonte, escuchó un motor acercándose.
Un barco de madera, restaurado con esmero, se detuvo frente al muelle.
Un hombre canoso, con manos tan curtidas como las suyas, bajó despacio.
—Manuel… —dijo con la voz quebrada—. Tardé 52 años, pero aquí estoy.
Manuel no respondió.
Se levantó, lo abrazó con fuerza y, con lágrimas contenidas, susurró:
—Creí que el mar te había olvidado.
—Nunca —contestó Roque—. Solo estaba navegando hacia ti.
Ese día, zarparon juntos por última vez.
No importaba el rumbo ni la pesca.
Era el cumplimiento de una promesa que el tiempo intentó enterrar… y que el corazón mantuvo a flote.