PEDRO MARTINEZ: La semilla...

La semilla

Había una vez una semilla que se sentía triste porque no podía florecer. Se sentía diferente a las demás ya que se enterraba para florecer, pero el tiempo pasaba y ella seguía allí; siendo una simple semilla.
Después de un tiempo se cansaba de estar enterrada y de no florecer, así que se desenterraba y salia a llorar preguntándose el por que? esto le pasaba a ella.
Esta semilla había sido separada de las demás, ya que la bolsa de semillas donde la habían empacado a ella, tenia un pequeño roto por el cual ella cayó. Así que dicha semilla se encontraba abandona y sola en un mundo tan grande.
Esta semilla sabia que su destinó era ser una hermosa planta, sabia que debía ser sembrada, pero como estaba abandonada nadie la iba a enterrar en tierra fértil, en un buen lugar, a ella nadie la iba a regar y mucho menos a cuidar.
Caminaba por diferentes lugares y se enterraba una y otra vez en cualquier parte. Se enterraba en cualquier lugar con la esperanza de que algún día se enterraría en el lugar especial, donde por fin pudiera florecer y ser una gran planta.
En el desierto se enterró mas de 3 veces sin lograr florecer, al igual que en bosques llenos de maleza, se enterró en montañas y muchos lugares mas.
Lo bueno de esta semilla era que no se rendía, luchaba y luchaba para encontrar la tierra fértil donde pudiera ser una bella flor algún día. No se rendía, pero ya estaba cansada, cansada de luchar y luchar y no obtener nada a cambió.
En una noche fría, tan cansada de que le fuera mal, decidió tumbarse en el terreno y de tanto agotamiento que tenía, cayo en un sueño profundo.
Luego de varios días, de ese sueño profundo despertó algo atribulada y triste. Ya no se encontraba sobre el terreno, ahora estaba bajo el, lo cual la asustó y la hizo preguntarse como había llegado allí?
Luego de unos minutos de haberse despertado, observó que en su coronilla había una grieta, y que de esa grieta empezaba a nacer un pequeño tallo.
No lo podía creer, estaba empezando a florecer.
No podía de la dicha y lloró, pero esta vez no de tristeza, si no de felicidad.
La lluvia y el sol, eran quien la cuidaban y de forma perfecta cada uno, sus gotas y su resplandor le brindaban.
El tiempo pasó y la pequeña semilla logró florecer, y se convirtió en un gran girasol rojo.
Sin la ayuda de nadie logro conseguir lo que tanto anheló.
Muchas veces la vida nos hará luchar batallas contra lo que queremos alcanzar, y esas batallas las debemos enfrentar solos. Así que no te sientas mal si en algún momento todos te llegan a olvidar y te toca vivir con la soledad.
La pequeña semilla, como pudimos ver no floreció en algunos lugares ya que no eran los indicados. Así somos nosotros, a veces nos ira mal en ciertas cosas y lugares. Pero llegara un momento en el que llegaremos al lugar especial, donde podremos ser lo que tanto anhelamos, como dicha semilla.
Haz como la semilla y lucha siempre por lo que quieres.


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