La Torre de Babel
Hace mucho, pero que mucho tiempo, los hombres hablaban la misma lengua. Todos se entendían, y a simple vista, parecía que no tenían problemas de comunicación. Pero un día, un grupo de personas con bastante ambición, que procedían de Oriente, decidieron crear un reino en una gran explanada en la región de Senaar (Baja Mesopotamia, en la actual Irak).
Estas personas pensaron que su reino sería muy poderoso, y que para que todos lo supieran, debían construir un edificio especial, que todos respetaran y admiraran.
– Necesitamos construir un edificio magnífico, que sirva para alertar a todos de nuestro poder- decía uno.
– Seremos más poderosos que el mismísimo Dios- decía otro.
– ¡Eso es! Construiremos un edificio cuya cúspide roce el cielo. Que sea tan alto que llegue hasta las nubes- concluyó un tercer hombre.
Y así es cómo decidieron construir la torre de Babel.
Dios entonces contempló la torre que comenzaban a construir aquellos hombres.
– Les dije que fueran humildes y no intentaran imponer su poder unos sobre otros… – pensó Dios- y no me han hecho caso. ¿Por qué construyen esa torre? Quieren ser los más poderosos… y dominar al resto de hombres. Pues veremos qué tal lo harían si no hablaran la misma lengua…
Dios entonces decidió cambiar la lengua de cada uno de los hombres que construían la torre. Y empezaron a hablar lenguas diferentes. Los hombres, confundidos, no entendían las órdenes de unos y otros para construir la torre y comenzó a instalarse el caos. Desesperados, los hombres abandonaron la construcción y cada uno se estableció en un lugar diferente, en donde se comenzó a hablar también una lengua diferente.
Y así es cómo los hombres hablan idiomas distintos, y cómo aquella torre tomó el nombre de Torre de Babel, ya que Babel significa confusión. Fue todo un símbolo que les recordaría constantemente a los hombres por qué deben frenar su orgullo y prepotencia.
Hace mucho, pero que mucho tiempo, los hombres hablaban la misma lengua. Todos se entendían, y a simple vista, parecía que no tenían problemas de comunicación. Pero un día, un grupo de personas con bastante ambición, que procedían de Oriente, decidieron crear un reino en una gran explanada en la región de Senaar (Baja Mesopotamia, en la actual Irak).
Estas personas pensaron que su reino sería muy poderoso, y que para que todos lo supieran, debían construir un edificio especial, que todos respetaran y admiraran.
– Necesitamos construir un edificio magnífico, que sirva para alertar a todos de nuestro poder- decía uno.
– Seremos más poderosos que el mismísimo Dios- decía otro.
– ¡Eso es! Construiremos un edificio cuya cúspide roce el cielo. Que sea tan alto que llegue hasta las nubes- concluyó un tercer hombre.
Y así es cómo decidieron construir la torre de Babel.
Dios entonces contempló la torre que comenzaban a construir aquellos hombres.
– Les dije que fueran humildes y no intentaran imponer su poder unos sobre otros… – pensó Dios- y no me han hecho caso. ¿Por qué construyen esa torre? Quieren ser los más poderosos… y dominar al resto de hombres. Pues veremos qué tal lo harían si no hablaran la misma lengua…
Dios entonces decidió cambiar la lengua de cada uno de los hombres que construían la torre. Y empezaron a hablar lenguas diferentes. Los hombres, confundidos, no entendían las órdenes de unos y otros para construir la torre y comenzó a instalarse el caos. Desesperados, los hombres abandonaron la construcción y cada uno se estableció en un lugar diferente, en donde se comenzó a hablar también una lengua diferente.
Y así es cómo los hombres hablan idiomas distintos, y cómo aquella torre tomó el nombre de Torre de Babel, ya que Babel significa confusión. Fue todo un símbolo que les recordaría constantemente a los hombres por qué deben frenar su orgullo y prepotencia.