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PEDRO MARTINEZ: En una casa abandonada...

En una casa abandonada

Susan salió emocionada a esperar a sus padres que regresaban de otro país, en el transcurso del camino la acompañaba la música de su preferencia, todo iba bien hasta que su carro empezó a fallar; en dos ocasiones se detuvo y como pudo logró arreglarlo.
A las tres de la tarde de nuevo recibió llamada de sus padres, quienes aseguraban que a las 5:00 pm estarían llegando al aeropuerto y que por ser tarde para regresar se quedarían en San Juan. La chica les indicó que su carro estaba presentando fallas que iría con cuidado para que le aguantara llegar y ojala antes de que oscureciera.
Los padres de Susan llegaron al aeropuerto y no vieron a su hija, la mamá empezó a intranquilizarse porque sabía lo peligroso del lugar y a la joven nadie la conocía. El reloj marcó las 12:00 am y la chica aún no llegaba, la madre desesperada llama a la línea de emergencia pero la policía responde que no tienen permitido ir en horas de la noche para el lugar indicado porque es resguardo de grupos armados y que estarían atentos en las primeras horas de la mañana para atender el caso, situación que desesperó más a la angustiada madre quien anhelaba que pronto saliera el sol.
Mientras Susan estaba cansada de intentar mover su carro, para evitar ser arrollada no se quedó dentro y pensó ser afortunada porque quedo cerca de una casa abandonada.
No dudó en guindar la hamaca que guardaba.
Deseando que todo transcurrirá rápido se recostó, quiso llamar a sus padres para informarles lo sucedido pero no había señal. Cerró sus ojos intentando dormir pero fue sorprendida por un hombre que la tomó fuertemente de las piernas y la tiró al suelo.
Ella le suplicaba que no le hiciera daño que solo quiso recostarse porque su carro se varó. El hombre con voz estruendosa dijo:

– “No me importa lo que te pasó, aquí en mi casa no quiero a nadie, y todo el que invade mi lugar es persona muerta, así como no hubo piedad conmigo, yo no la tendré.”
No soy culpable de lo que te hicieron déjame en paz decía Susan.
El extraño ser seguía maltratándola; en un momento la chica logró esconderse pero de nuevo fue encontrada. Su lucha fue ardua hasta que después de batallar un buen rato logró rasguñarle el rostro y salir a la carretera corriendo despavorida. Llega a un lugar con luz, se acerca a una humilde casa sollozando y pide ayuda. Un anciano abre la puerta y le pregunta:

– “ ¿De dónde viene joven? ¿Qué le pasa? ¿Acaso la tocó un muerto? Porque hiede a cuero seco.”
Ella pidió agua, se sentó y con voz temblorosa contó lo sucedido, el adulto le dijo que estaba viva por misericordia de Dios. Porque en esa casa han encontrado muchos muertos. Es el fantasma de un joven que vivía con sus papás y que fue asesinado brutalmente por hombres desconocidos. Sus últimas palabras fueron: “muchos van a pagar mi injusta muerte”.
En esa casa vivía una familia y desde los nueve días de muerto empezó a atormentarlos, por lo que se vieron obligados a abandonarla.
Desde entonces todo aquel que se acerca a ella es persona muerta.
La chica deseaba que pronto brillara el rostro del sol para buscar quien le arreglara su carro y poder llegar a su destino.
Tan pronto estuvo lista emprendió su camino en busca de sus padres que desesperadamente la esperaban en el aeropuerto. Al verla golpeada, rasguñada y sucia se sorprendieron, la chica aseguró que había vivido el peor momento de su vida.