PEDRO MARTINEZ: Los huicholes y el maíz...

Los huicholes y el maíz

Cuenta una antigua leyenda mexicana que una vez, una tribu del sur del país, los Huicholes, que se encontraban en la Sierra Madre de la zona occidental, estaban cansados de comer siempre lo mismo. De hecho, no les gustaban los alimentos que tenían, pero se conformaban porque unas enormes montañas les separaban del resto de México, y ninguno se atrevía a aventurarse más allá de esas cumbres.

Pero un día, uno de los huicholes más jóvenes, oyó que tras las montañas existía un ingrediente muy sabroso con el que podía prepararse cientos de recetas diferentes. A ese alimento le llamaban ‘maíz’.

El joven no sabía lo que encontraría, ni si sería capaz de atravesar con vida las montañas, pero decidió intentarlo. Y un día, metió en una pequeña bolsa algo de comida y un arco con flechas y salió en busca del maíz.

El joven comenzó a andar y a subir la montaña. Fue duro, sobre todo porque en la cumbre, que estaba repleta de nieve, hacía muchísimo frío. Luego consiguió bajar, y justo en la ladera, vio a buen número de hormigas que formaban una interminable hilera.

– Vaya- pensó el joven huichol- Estas hormigas seguramente me indiquen el camino hacia el maíz. Debe de estar cerca.

Y como el joven estaba muy cansado, se quedó dormido junto a ellas. Y las hormigas aprovecharon la noche para comer todas sus ropas y la bolsa, de modo que solo le quedó al joven huichol el arco y una flecha.

El pobre al comprobar que se había quedado sin nada, y que estaba medio desnudo, se desesperó. Además, tenía muchísima hambre. Así que, al ver que un enorme pájaro se acercaba hacia él, no se lo pensó dos veces, y tomó su arco y la única flecha que tenía para darle caza. Sin embargo, según apuntaba al pájaro, de pronto escuchó que hablaba:

– ¡Detente! ¡No lo hagas!- dijo el pájaro- Si me perdonas la vida, te llevaré hasta el lugar en donde guardo mi maíz. Yo soy la madre del maíz, y tengo cinco hijas que lo cuidan.

El chico, asombrado, apartó el arco y decidió acompañar al ave hasta el lugar del maíz.

Resultó que el pájaro decía la verdad, y pronto el joven huichol pudo ver un precioso campo de plantas doradas que crecían entre grandes hojas duras y verdes.

– Es el maíz- dijo el pájaro- Y con él podrás cocinar todo lo que quieras. Y ellas son mis cinco hijas: Mazorca amarilla, Mazorca roja, Mazorca azul y Mazorca negra.

Y el joven vio aparecer a cinco bellas chicas que se acercaban despacio entre el precioso campo de maíz.

El joven huichol comió chilaquiles y ricas tortitas de maíz que habían preparado las chicas, y poco apoco, fue enamorándose de una de ellas: Mazorca azul. Como ella también sentía lo mismo por el joven huichol, decidió acompañarle a su poblado de vuelta con el maíz. Al llegar, todos sus habitantes se alegraron muchísimo y prepararon una gran fiesta para preparar la boda entre el joven huichol y Mazorca azul.

Ella les enseñó a sembrar y cuidar el maíz y a elaborar riquísimas recetas. Y cuando ya creían saberlo todo, pensó que era el momento de enseñarles la mejor de sus recetas, y les enseño a preparar alote, una bebida caliente que desde entonces, formó parte de su cultura y tradición.