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PEDRO MARTINEZ: LEYENDA O MILAGRO EN LA IGLESIA DE SAN ANDRÉS:...

LEYENDA O MILAGRO EN LA IGLESIA DE SAN ANDRÉS:
“En el mes de Diciembre del año de 1.576, en una noche de intenso frío, sobre las once de la noche, pasaban por la calle de Elvira dos hombres embozados en su capa, solo se sentían los pasos de estos, ya que con la noche echada y el frío, la calle estaba desierta.
Al pasar estos muy cerca de la iglesia de San Andrés, oyeron unos lamentos que salían de una casa modesta, estos llamaron la atención de los dos caballeros y se acercaron hasta la casa tocando en su puerta, los moradores de la misma quedaron sorprendidos, pues no esperaban visitas y menos de caballeros, abrieron la puerta y entraron los dos embozados en aquella miserable casa y preguntaron por los lamentos que habían oído, ofreciéndose a remediar las desventuras que pudieran haber caído sobre aquella familia.
Contó el dueño de la casa, al caballero que le preguntaba y que no podía ver el rostro, todas sus inmensas desgracias y que su mujer enferma no tenia con que alimentarse ni podía atender a su curación, y su hijo, nacido hacia ocho días, está expuesto a la muerte sin hacerlo cristiano, por carecer de lo necesario para recibir el bautismo.
El caballero, se ofreció a ser padrino de su hijo, citándolo en la iglesia de San Andrés al día siguiente, quedando por su cuenta los gastos de la ceremonia, dejándole un bolsillo de oro para atender a sus necesidades, como anuncio de otros dones, si su honradez y conducta corrían con la franqueza que le había expuesto su ruina.
El pobre hombre creyó que todo era un sueño, pero el oro que conservaba y un aviso que le llegó para que a las siete de la tarde estuviera en la parroquia, para la celebración, le convencieron de que no había soñado.
A las siete en punto se encontraba con su hijo y su cuñada en la iglesia de San Andrés, cuando entró la iglesia estaba adornada como para celebrar el bautizo del hijo de un gran magnate, una voz conocida dijo adelante y estos penetraron hasta la pila bautismal. El sacerdote que no conocía ni el nombre ni la familia del bautizado, ni tampoco, el padrino, solo había dispuesto todo la ceremonia, merced al oro recibido.
El cura comenzó a extender la partida, preguntando hasta tres veces quien era el padrino, y tres veces le dio la misma contestación, el nombre es Felipe; el cura se incomodó y dijo pero Felipe que mas, tratando de averiguar el apellido, se descubrió el embozado contestando Felipe II, Rey de España y de las Indias, y mostró descubierto su rostro.
El hecho se hizo público en Granada, el pobre que era tornero de profesión, vivió desahogado y su hijo repetía siempre con orgullo, que era ahijado del rey”