Que bonitos se ven los pueblos
desde lo alto de la sierra
con sus casas encaladas,
parecen palomas blancas
que de un cuento salieran.
Que hermosas las Alpujarras
la Almeriense y Granadina
lo más bonito que hizo Dios,
en estas tierras tan divinas.
Hablar de sus pueblos es,
un orgullo para mí
necesitaría mucha tinta,
para poderlos describir.
Cuando camino por sus calles
me recuerda el pasado
de aquel pasado tan bonito,
que en la historia ha quedado.
Con el paso de los años
los pueblos siguen igual
su historia sigue viva,
y nadie la romperá.
En las noches de Luna llena
cuando todo está en calma,
parece que se olle llorar
es el llanto de aquel rey,
que se tuvo que marchar.
Que alegría siento yo
cuando paso por sus pueblos
los que huelen a jazmines,
claveles azahar y romero.
Sus mujeres hacen primores
con encajes bordados y cosidos
y seguro que saben hacer,
una buena olla de trigo.
La gastronomía es lo primero
que aprenden desde niñas
y cuando ya son casaderas,
se ganan a los hombres,
con solo una sonrisa.
Son sus risas cristalinas
las que brotan de sus gentes
son hermosas limpias y puras,
como el agua de sus fuentes.
Manuel Lindez Rodríguez.
desde lo alto de la sierra
con sus casas encaladas,
parecen palomas blancas
que de un cuento salieran.
Que hermosas las Alpujarras
la Almeriense y Granadina
lo más bonito que hizo Dios,
en estas tierras tan divinas.
Hablar de sus pueblos es,
un orgullo para mí
necesitaría mucha tinta,
para poderlos describir.
Cuando camino por sus calles
me recuerda el pasado
de aquel pasado tan bonito,
que en la historia ha quedado.
Con el paso de los años
los pueblos siguen igual
su historia sigue viva,
y nadie la romperá.
En las noches de Luna llena
cuando todo está en calma,
parece que se olle llorar
es el llanto de aquel rey,
que se tuvo que marchar.
Que alegría siento yo
cuando paso por sus pueblos
los que huelen a jazmines,
claveles azahar y romero.
Sus mujeres hacen primores
con encajes bordados y cosidos
y seguro que saben hacer,
una buena olla de trigo.
La gastronomía es lo primero
que aprenden desde niñas
y cuando ya son casaderas,
se ganan a los hombres,
con solo una sonrisa.
Son sus risas cristalinas
las que brotan de sus gentes
son hermosas limpias y puras,
como el agua de sus fuentes.
Manuel Lindez Rodríguez.
