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PEDRO MARTINEZ: LEYENDAS GRANAINAS....

LEYENDAS GRANAINAS.

La leyenda del viejo ciprés embrujado.
1ra. Parte.

Cuenta la leyenda, que entre el Albaycin y San Miguel, a mediados del siglo XVI, existía un una huerta conocida como "Huerto del Cura" en cuya parte central se levantaba un antiguo arco de los llamados de herradura, de ladrillo rojo y de construcción árabe de unos tres metros de altura.
Por encima de su clave discurría una bonita cenefa de mosaico vidriado, que recorría todo su diámetro, en dicha cenefa había gravadas unas extrañas y raras letras en estilo cúfico, estaba muy claro, aquellos caracteres escondían alguna inscripción o leyenda.
Además, a varios metros de éste arco, se elevaba hacia el cielo un enorme ciprés, con troco de considerable grosor que además, impedía el paso de un lado a otro del huerto, que no era muy grande.
Una mañana el dueño del huerto, que por cierto, era el párroco de la Iglesia de San Luís, estaba tomando la sombra debajo de uno de los granaos que en ese tiempo, ya estaba en flor, mientras oía el rumor del agua resbalando hacia el pequeño estanque, que la reservaba para el riego.
Desde éste lugar bajo el "granao", el cura, se quedó mirando la inscripción del arco y el ciprés, y de pronto, le embargó la curiosidad de conocer el significado de aquellas letras gravadas en la cenefa, que tanto tiempo llevaban intrigandole.
La solución, la tenía que conocer el viejo imán de la antigua mezquita, se dijo a sí mismo. Así que, ni corto ni peresozo, se dirigió en busca de éste imán, que tras la conquista de Granada derrumbaron su mezquita para construir la Iglesia de San José, y él, que ya se encontró muy mayor para abandonar la tierra que lo vió nacer y donde había crecido, decidió quedarde a vivir en su querido Albaycin, aunque, viviendo de la caridad de los pocos musulmánes que también se quedaron, para poder comer, que aunque eran de distinta religión, se respetaban y ayudaban mutuamente.
Tras encontrar al viejo imán, lo llevó frente al arco para que éste descifrara las letras de la dichosa cenefa, y el viejo moro comenzó a leer;

" sólo Alá es vencedor,
por su gracia fui plantado
en una noche embrujada, (refiriéndose al viejo Ciprés)
y al infiel que me derribe le serviré de mortaja "

Pensándo el cura, que esto seguramente lo habría escrito para proteger algún fabuloso tesoro que debía de haber bajo el viejo ciprés, pasó muchos días dándole vueltas a la cabeza sin poder comer ni dormir, por un lado pensaba;
¿debía de cortar el ciprés, y encontrar el tesoro?
y por otro lado;
¿sería verdad la profecía, y cortar el ciprés me servirá de mortaja?
Ante esa disyuntiva, al cuarto día... ya no pudo contener su curiosidad, y su agonía de ser rico y tener mucho dinero, púdo con su temor a la mortaja, y esa misma noche, que había luna llena, cogió un gran hacha, y comenzó a talar el ciprés....

Fin de la primera parte.