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PEDRO MARTINEZ: LA TRAGEDIA DE PICIO...

LA TRAGEDIA DE PICIO

¿Qué quién era Picio?,
En toda España, cuando quieren ponderar la fealdad de una persona, es costumbre exclamar: es más feo que Picio. Otros dicen Picho. Pero fuera en realidad su apellido Picho, que es de origen judaico y por corrupción le llamasen Picio, el caso es que Picio existió y en los últimos años de su vida en Granada, donde murió.
La vida de Picio fue una verdadera tragedia.
Nació a finales del siglo XVIII, en el pueblecito granadino de Alhendín, dedicándose al oficio de zapatero remendón, y como buen aficionado a saborear el zumo de la vid, agarraba frecuentemente unas borracheras de padre y muy señor mío. Pero Picio era hombre pacífico e incapaz de matar una mosca. Su debilidad era el vino, y una tarde en que hallábase sentado en la puerta de una taberna de su pueblo, en unión de otros individuos aficionados también a empinar el codo, encontrándose todos ellos bajo los efectos de una pítima fenomenal, suscitose entre los borrachos una reyerta en la que Picio no intervino para nada, pues fue solamente testigo presencial de la riña, y uno de los contendientes, esgrimiendo una navaja asestó una terrible puñalada a otro de ellos, causándole la muerte.
Huyeron todos y el agresor arrojó al suelo el arma homicida, cayendo ésta junto a la silla en que hubo de quedar sentado Picio, quién inconscientemente por el completo estado de embriaguez en que se hallaba permaneció sin moverse sentado en la silla a no mucha distancia del sitio en que yacía el cadáver del apuñalado.
Picio, ante la Justicia, afirmaba una y otra vez que él no había intervenido en la reyerta; y como ningún testigo de ésta abonó a favor de Picio para demostrar la inocencia del zapatero, el pobre Picio fue procesado como autor de la muerte de su convecino y condenado a morir en la horca.
Son de suponer los terribles sufrimientos y el abatimiento de Picio al acercarse la fecha de ser ejecutada la sentencia, que no fue cumplida porque demostrada la inocencia del reo, fue indultado y puesto en libertad.
A consecuencia de los sufrimientos ante la irremediable subida al patíbulo y la impresión que le produjo el inesperado indulto, Picio sufrió una grave enfermedad cayéndosele el cabello, las cejas y las pestañas, y llenándosele de tumores el rostro quedó tan monstruoso y deforme que producía horror a quienes le miraban. Para ocultar la calvicie, Picio llevaba constante liada la cabeza con un pañuelo, y en Lanjarón, donde hubo de avecindarse, como no quisiera entrar en la iglesia para no verse obligado a descubrirse quitándose el pañuelo, le expulsaron del pueblo, viniendo entonces a vivir a Granada donde murió por los años de 1850, según escuché de labios de “Antoñica la billetera”, una vecina con cerca de cien años, la cual había visto a Picio por nuestras calles. Trágica historia o leyenda a vuestra elección.


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