Final de la Guerra: la represión
Mujeres de Pedro Martínez en las cárceles franquistas
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PRIMERA PARTE
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Terminada la guerra civil, las nuevas autoridades franquistas animaron las delaciones, acusaciones y denuncias. Las mujeres activistas republicanas de Pedro Martínez no se hicieron librar. Las dirigentes de la Agrupación de Mujeres Antifascistas sabían que pagarían cara su activismo para que en un pueblo pequeño no pasaron desapercibidas, todo el mundo las conocía. De modo que estaban expuestas a cualquier denuncia.
Antonia 1 ¡Ese Daba allí clase a los analfabetos! ¿Sabes? Porque super familia se pasó a Franco, o sea en Granada. ¡Se Pasaron con los fascistas! ¡Pues claro! Este durant toda la guerra estuvó allí, Porque era primo o sobrino de Don Rafael Casares, y el muchacho no se le molesta, ¡ni mucho menos! Y El era, ya digo, el maestro que Daba clase, a las gentes que queres aprender a leer ya escribir, ya otra gente que també querian saber más ¿no?
Y estaba este muchacho allí Cuando nos pidio declaraÂción el Molinero. Y Cuando le dije que no firmaba aquel, alzó un brazo y Dijo que si no firmábamos miedo las buenas que el tendriamos que firmar por las malas. Entónces Llama el Molinero al Rafaelito Tarabita, y Dijo: " ¿es que Usted no conoce a ésta? No Dijo ni señora ni señorita. Entónces tienden yo Unos diecinueve o dieciocho años. Dice: "yo no la conozco para nada". Y yo digo: " ¿Pues tienes valor de Decir que no me conoces para nada? ¿No nos conoces para nada? ¿Entónces durant el tiempo que estuviste Dando clases a los analfabetos del partido comunista? ¿Entónces es que no nos conoces? ¿Tú no eres hijo del pueblo? "Digo:" yo me pienso que eras más caballero de lo que eras, "pa" la cultura que tienes. No sé de qué te ha servidor esté la cultura ".
¡Pues niña que Tuve que firmar! Que el Tuve que firmar Porque este era un asesino. Y digo: si no lo firmamos nos van a Hart de palos y al final el vamos a tener que firmar ¡Pues el firmamos! ¡El que las dio la gana! "
Al Antonia la detuvieron el 5 de abril de 1939 y fue juzgada, junto con otras 12 mujeres, en un Consejo de Guerra el 27 de enero de 1940. Fueron condenadas a cadena perpetua. Fueron encarceladas pero antes tuvieron que sufrir humillaciones adicionales, pues no sólo eran adversarias políticas, sino que, además, eran mujeres. Y las mujeres tenían que pagar de forma especial la osadía de haberse atrevido a desafiar una moral y unas costumbres que reducían la razón de ser de las mujeres a la realización de unas tareas ligadas estrechamente y estrictamente a la familia. Por eso fueron castigadas por partida doble, por su elección ideológica y por razón de sexo.
Lo recuerda la María Jesús 2 "Las metieron a la cárcel ¡Las pelaron! Cuando se acaba la guerra, las pelaron y las pasearon por el pueblo. Yo no me asomé, pero Había gente que se asomaba, pero yo no.
Las metieron en la cárcel: la Virginia "la del barbero" també estuvó en la cárcel. La pelaron també ¡Era muy guapetona! Otra le decian la "del Frasquillo", la Josefa "del Frasquillo de Guadix", que també la metieron en la cárcel. La Antoñico "de la Eustaquia", era una de las más "Señal". Todas las que metieron en la cárcel, eran las más "Señal".
El cabello, la forma de peinarlo, tiene una importancia vital en la configuración del físico y la personalidad femenina. Como dice Najat El Hachmi en otro contexto muy diferente, el cabello es un elemento definitorio de la personalidad. El cabello, asimismo, forma parte del ideal tradicional de la belleza femenina. Hay que recordar que en el mundo occidental no es hasta los años 60 del siglo XX cuando las mujeres se cortan el pelo a la moda "garçon", es decir, como los chicos. Cortar el cabello a una mujer, a chicas jóvenes, tomaba todo el sentido de arranque de los atributos femeninos. Aún más, no sólo significaba quitar la belleza de las castigadas sino que, algo tanto o más significativa (dado el contexto histórico y social), se penetraba en la intimidad de las mujeres, tocando su cabeza y rapándose las allí los cabellos.
Aunque los prisioneros ya los soldados por una cuestión de higiene, siempre se les ha pelado al cero, pelar las mujeres es percibido por todos los testigos y por todos los relatos históricos de esta época, como una pena destinada exclusivamente a las mujeres. No solo la pelada, sino el sacarlas y mostrarlas por las calles de los pueblos de este modo no hay duda del carácter vejatorio.
Pena extremadamente machista perpetrada también por mujeres. Destacaron la Conchita Costa, jefe de la prisión de mujeres de Córdoba, así como la María Campos y Carmelita "Caraquemá", delegadas de Falange que mandaban sus centurias por las calles y detenían las mujeres de los barrios, las llevaban a los cuarteles de la falange, se las pelaban el cabello y las purga con aceite de ricino.
¿Por qué los historiadores de la guerra civil se limitan a constatar este castigo sin interrogarse sobre la naturaleza sexista del mismo? ¿Por qué lo describen como muy humillante, pero sin preguntarse el por qué de esta modalidad de pena?
Fue una pena establecida y mandada de forma regular con leyes escritas por las autoridades franquistas? Se produjo de forma espontánea y fue copiada miméticamente contagiando todos los represores?
Tanto si fue resultado de un odio instintivo, como si fue premeditadamente legislado, la costumbre se extendió por toda la península, junto a las purgas con aceite de ricino, y no fueron "peladas", como se afirma a menudo, solamente por ser mujeres de "los rojos" sino como resultado de una actitud y una actividad propia. Por ello el fin del castigo era contundente, pena para las valientes, alerta y prevención para aquellas y aquellos que las miraban.
Mujeres de Pedro Martínez en las cárceles franquistas
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PRIMERA PARTE
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Terminada la guerra civil, las nuevas autoridades franquistas animaron las delaciones, acusaciones y denuncias. Las mujeres activistas republicanas de Pedro Martínez no se hicieron librar. Las dirigentes de la Agrupación de Mujeres Antifascistas sabían que pagarían cara su activismo para que en un pueblo pequeño no pasaron desapercibidas, todo el mundo las conocía. De modo que estaban expuestas a cualquier denuncia.
Antonia 1 ¡Ese Daba allí clase a los analfabetos! ¿Sabes? Porque super familia se pasó a Franco, o sea en Granada. ¡Se Pasaron con los fascistas! ¡Pues claro! Este durant toda la guerra estuvó allí, Porque era primo o sobrino de Don Rafael Casares, y el muchacho no se le molesta, ¡ni mucho menos! Y El era, ya digo, el maestro que Daba clase, a las gentes que queres aprender a leer ya escribir, ya otra gente que també querian saber más ¿no?
Y estaba este muchacho allí Cuando nos pidio declaraÂción el Molinero. Y Cuando le dije que no firmaba aquel, alzó un brazo y Dijo que si no firmábamos miedo las buenas que el tendriamos que firmar por las malas. Entónces Llama el Molinero al Rafaelito Tarabita, y Dijo: " ¿es que Usted no conoce a ésta? No Dijo ni señora ni señorita. Entónces tienden yo Unos diecinueve o dieciocho años. Dice: "yo no la conozco para nada". Y yo digo: " ¿Pues tienes valor de Decir que no me conoces para nada? ¿No nos conoces para nada? ¿Entónces durant el tiempo que estuviste Dando clases a los analfabetos del partido comunista? ¿Entónces es que no nos conoces? ¿Tú no eres hijo del pueblo? "Digo:" yo me pienso que eras más caballero de lo que eras, "pa" la cultura que tienes. No sé de qué te ha servidor esté la cultura ".
¡Pues niña que Tuve que firmar! Que el Tuve que firmar Porque este era un asesino. Y digo: si no lo firmamos nos van a Hart de palos y al final el vamos a tener que firmar ¡Pues el firmamos! ¡El que las dio la gana! "
Al Antonia la detuvieron el 5 de abril de 1939 y fue juzgada, junto con otras 12 mujeres, en un Consejo de Guerra el 27 de enero de 1940. Fueron condenadas a cadena perpetua. Fueron encarceladas pero antes tuvieron que sufrir humillaciones adicionales, pues no sólo eran adversarias políticas, sino que, además, eran mujeres. Y las mujeres tenían que pagar de forma especial la osadía de haberse atrevido a desafiar una moral y unas costumbres que reducían la razón de ser de las mujeres a la realización de unas tareas ligadas estrechamente y estrictamente a la familia. Por eso fueron castigadas por partida doble, por su elección ideológica y por razón de sexo.
Lo recuerda la María Jesús 2 "Las metieron a la cárcel ¡Las pelaron! Cuando se acaba la guerra, las pelaron y las pasearon por el pueblo. Yo no me asomé, pero Había gente que se asomaba, pero yo no.
Las metieron en la cárcel: la Virginia "la del barbero" també estuvó en la cárcel. La pelaron també ¡Era muy guapetona! Otra le decian la "del Frasquillo", la Josefa "del Frasquillo de Guadix", que també la metieron en la cárcel. La Antoñico "de la Eustaquia", era una de las más "Señal". Todas las que metieron en la cárcel, eran las más "Señal".
El cabello, la forma de peinarlo, tiene una importancia vital en la configuración del físico y la personalidad femenina. Como dice Najat El Hachmi en otro contexto muy diferente, el cabello es un elemento definitorio de la personalidad. El cabello, asimismo, forma parte del ideal tradicional de la belleza femenina. Hay que recordar que en el mundo occidental no es hasta los años 60 del siglo XX cuando las mujeres se cortan el pelo a la moda "garçon", es decir, como los chicos. Cortar el cabello a una mujer, a chicas jóvenes, tomaba todo el sentido de arranque de los atributos femeninos. Aún más, no sólo significaba quitar la belleza de las castigadas sino que, algo tanto o más significativa (dado el contexto histórico y social), se penetraba en la intimidad de las mujeres, tocando su cabeza y rapándose las allí los cabellos.
Aunque los prisioneros ya los soldados por una cuestión de higiene, siempre se les ha pelado al cero, pelar las mujeres es percibido por todos los testigos y por todos los relatos históricos de esta época, como una pena destinada exclusivamente a las mujeres. No solo la pelada, sino el sacarlas y mostrarlas por las calles de los pueblos de este modo no hay duda del carácter vejatorio.
Pena extremadamente machista perpetrada también por mujeres. Destacaron la Conchita Costa, jefe de la prisión de mujeres de Córdoba, así como la María Campos y Carmelita "Caraquemá", delegadas de Falange que mandaban sus centurias por las calles y detenían las mujeres de los barrios, las llevaban a los cuarteles de la falange, se las pelaban el cabello y las purga con aceite de ricino.
¿Por qué los historiadores de la guerra civil se limitan a constatar este castigo sin interrogarse sobre la naturaleza sexista del mismo? ¿Por qué lo describen como muy humillante, pero sin preguntarse el por qué de esta modalidad de pena?
Fue una pena establecida y mandada de forma regular con leyes escritas por las autoridades franquistas? Se produjo de forma espontánea y fue copiada miméticamente contagiando todos los represores?
Tanto si fue resultado de un odio instintivo, como si fue premeditadamente legislado, la costumbre se extendió por toda la península, junto a las purgas con aceite de ricino, y no fueron "peladas", como se afirma a menudo, solamente por ser mujeres de "los rojos" sino como resultado de una actitud y una actividad propia. Por ello el fin del castigo era contundente, pena para las valientes, alerta y prevención para aquellas y aquellos que las miraban.