Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión. LOS CONEJOS Y EL CAZADOR
Había una vez un hombre que se ganaba la vida cazando conejos. Una mañana, en la que lucía un sol espléndido, se dirigió al bosque para iniciar otro día de labor esperando conseguir unos buenos ejemplares. Al llegar a una zona frondosa, se dijo a sí mismo:
–Por aquí suelen aparecer los conejos. Me ocultaré a la espera de que asomen.
Al cabo de un rato, se movieron las matas, el cazador templó el arco y la flecha salió disparada para incrustarse en el cuerpo de un conejo... Somos como mariposas que vuelan durante un día pensando que lo harán para siempre. Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas. Echar de menos es el precio que se paga por vivir momentos inolvidables.