DOS MONJES Y UNA MUJER
Dos monjes iban cruzando un río. Se encontraron con una mujer muy joven y hermosa que también quería cruzar, pero tenía mucho miedo, así que uno de ellos la subió sobre sus hombros y la llevó hasta la orilla. El otro monje estaba furioso. No dijo nada, pero hervía por dentro. Eso estaba prohibido, un monje no debe tocar a una mujer y su compañero no solo la había tocado, sino que la había llevado sobre los hombros. Recorrieron varios kilómetros en silencio, pero cuando llegaron...
No existen ningunas llaves para la felicidad. La puerta siempre está abierta.
Buenas noches amigos!
Agárrense de sus sueños.
Porque la realidad es dura y sin sueños... Se enloquecería.
Cada vez que aprendemos algo nuevo, nosotros mismos nos convertimos en algo nuevo!
AFRONTA TUS MIEDOS
Un maestro muy sabio visitó una vez un templo en el que estaba esperando un joven monje. En el interior de aquel enorme y frío templo había tres perros que lo custodiaban. Aunque estaban encadenados, la imagen de estos animales ladrando con furia hizo que el sabio se preocupara y le preguntase al joven si era seguro pasar por ahí. Este, confiado por la resistencia de las cadenas, asintió con la cabeza. Pero en uno de esos embates que dieron los perros, el soporte que los sujetaba...
Dos monjes iban cruzando un río. Se encontraron con una mujer muy joven y hermosa que también quería cruzar, pero tenía mucho miedo, así que uno de ellos la subió sobre sus hombros y la llevó hasta la orilla. El otro monje estaba furioso. No dijo nada, pero hervía por dentro. Eso estaba prohibido, un monje no debe tocar a una mujer y su compañero no solo la había tocado, sino que la había llevado sobre los hombros. Recorrieron varios kilómetros en silencio, pero cuando llegaron...
No existen ningunas llaves para la felicidad. La puerta siempre está abierta.
Buenas noches amigos!
Agárrense de sus sueños.
Porque la realidad es dura y sin sueños... Se enloquecería.
Cada vez que aprendemos algo nuevo, nosotros mismos nos convertimos en algo nuevo!
AFRONTA TUS MIEDOS
Un maestro muy sabio visitó una vez un templo en el que estaba esperando un joven monje. En el interior de aquel enorme y frío templo había tres perros que lo custodiaban. Aunque estaban encadenados, la imagen de estos animales ladrando con furia hizo que el sabio se preocupara y le preguntase al joven si era seguro pasar por ahí. Este, confiado por la resistencia de las cadenas, asintió con la cabeza. Pero en uno de esos embates que dieron los perros, el soporte que los sujetaba...