No tengo miedo de decir lo que pienso, me da miedo la gente que se calla y va donde sopla el viento. A quien actúa con maldad hay que desearle suerte, tarde o temprano la necesitará. Nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y después de la cacería. No hace falta defender siempre la misma opinión porque nadie puede impedir volverse más sabio. Buenas noches Antonia, ¡feliz descanso!