En una oficina del Centro de Investigación Langley de la NASA, una mujer afroamericana resolvía a mano ecuaciones tan complejas que pocos podían seguirle el ritmo. No tenía computadora. No tenía reconocimiento. Pero tenía una mente tan precisa como un satélite.
Su nombre era Katherine Johnson.
Desde pequeña, Katherine amaba los números. A los 10 años ya estaba en secundaria. A los 18, se graduó con honores en matemáticas. Pero en un país segregado... Al final, no os preguntarán qué habéis sabido, sino qué habéis hecho. Las personas que aman la lectura empiezan leyendo libros y acaban sabiendo leer personas. buenas noches sensi, igualmente para ti amiga un abrazo. Buenas noches Antonia.. feliz descanso... un abrazo.