EL ABUELO Y EL LOBO.
Cuentan que había un pequeño
pueblo al norte de un país ahora muy inquieto. En él, vivía una
familia de pastores, no de los que compran almas o inventan Biblias llenas de errores, no, eran de los buenos, sanos y trabajadores. Quienes los conocieron explican que el patriarca era el abuelo, un hombre de manos callosas y sudadas, de ceño fruncido y larga barba blanca, de cejas pobladas, mentón adusto, fuerte de quijada y con los ojos acariciando una cara, que más que una mirada,
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