LAS
CRUCES
En un lejano lugar, un
joven desesperado por sus problemas, cayó de rodillas ante su rey incapaz de seguir adelante y, suplicante, le imploró: «Mi soberano, sé que solo soy un humilde súbdito y no es tiempo de pedir nada, pero es que no me veo capaz de continuar. El peso de mi
cruz, de mis problemas, es demasiado pesada». Entonces el rey le contestó: «Apreciado hombre de bien, si no puedes cargar con ella, entra en
palacio, allí hallarás una habitación entera llena de cruces, puedes
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