La Santa Cruz, PEDRO MARTINEZ

LAS CRUCES

En un lejano lugar, un joven desesperado por sus problemas, cayó de rodillas ante su rey incapaz de seguir adelante y, suplicante, le imploró: «Mi soberano, sé que solo soy un humilde súbdito y no es tiempo de pedir nada, pero es que no me veo capaz de continuar. El peso de mi cruz, de mis problemas, es demasiado pesada». Entonces el rey le contestó: «Apreciado hombre de bien, si no puedes cargar con ella, entra en palacio, allí hallarás una habitación entera llena de cruces, puedes...
Habría que intentar ser felices... Aunque sólo sea para dar el ejemplo.