CASTILLO DE ARENA EN EL
RÍO DARRO
El niño recorría las
calles del Albaicín, con la ropa rota, la cara manchada de tizne o barro y los pies desnudos. Tenía hambre y siempre que recorría las calles, miraba para la Alhambra y soñaba con una princesa que nunca había visto. A veces se iba con el padre a las tierras del huertecillo que tenía cerca del río y se afanaba en regar los tomates, los ajos o las habas. Y otras veces, se iba con la madre, cuando ésta bajaba al río a lavar la ropa y también le
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