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Buenas noches Ántonia. felices sueños. un abrazo.
— ¿Y tú qué quieres ser, Ju-Yung? —me preguntó mi padre mientras cargábamos un saco de arroz entre los dos.
—No lo sé —le dije—, pero no esto.
Nací en Asan, una aldea tan pobre que la tierra parecía prestada. Éramos tantos en casa que si uno lloraba, otro tenía que esperar su turno. Comíamos una vez al día. A veces menos. Mi madre cocinaba lo poco que teníamos en una olla que ya no tenía tapa, y mi padre repetía que la tierra era lo único seguro en esta vida.
Pero yo no quería tierra. Ni arroz. ... (ver texto completo)
Todo siempre pasa por algo, aunque no lo entiendas en el momento.
El progreso es progreso, sin importar lo pequeño que sea.
No esperes a que las oportunidades toquen a tu puerta, sal a buscarlas.
Cada día es una nueva oportunidad para ser mejor que ayer.
Poema de LA PAISANA Antonia Fuentes

Tenemos cuatro estaciones,
que significan un año.
Invierno y la primavera,
el otoño y el verano.
Ya estamos en el otoño.
donde todo esta amarillo.
Pues aun hace calor,
es el sol de los membrillos. ... (ver texto completo)
Buenas noches Sensi gracias eres una persona muy especial, te tengo mucho aprecio, que descanses un abrazo.
Poema de LA PAISANA Antonia Fuentes

Tenemos cuatro estaciones,
que significan un año.
Invierno y la primavera,
el otoño y el verano.
Ya estamos en el otoño.
donde todo esta amarillo.
Pues aun hace calor,
es el sol de los membrillos. ... (ver texto completo)
Cada noche morimos y cada mañana volvemos a nacer: cada día es una vida.
La nostalgia es una vieja amiga que de vez en cuando llama a la puerta.
Elegir con quien hablar es importante, entender con quien estar callado, mucho más.
Hay algo dentro de ti que nadie te puede tocar ni quitar, si no quieres, se llama esperanza.
Buenas noches Antonia. felices sueños. un brazo.
Buenasnoches Sensi, hasta mañana un abrazo.
Buenas noches Antonia. felices sueños. un brazo.
En una granja perdida entre lomas y charcos, vivía un burro llamado Gustavo. Era alto, gris, serio. De esos que mastican con lentitud y miran como si lo supieran todo. No rebuznaba nunca.
No corría. No se mezclaba. A Gustavo le decían “el filósofo de las patas largas”.
Aunque nadie sabía si pensaba tanto… o simplemente no tenía ganas de hablar. Un día, llegó un perro. Pequeño, blanco, orejas enormes…y con un disfraz de burro mal cosido.
— ¡Hola! —dijo, con una sonrisa tan ancha como su entusiasmo—. ... (ver texto completo)