“El día que le dije NO a mi hijo… y no me arrepentí”
—Papá, ¿me puedes prestar la camioneta?
Era una pregunta que se había vuelto rutina.
Salía, volvía con el tanque medio vacío, el interior hecho un desastre y ni una sola vez la limpiaba.
Ese día, lo miré con firmeza y le dije:
—No.
Su rostro cambió. Palideció como si le hubiese quitado el mundo.
— ¿Cómo que no? ¿Y cómo voy a ir a la universidad? ¿Al
cine? ¿A la
playa?
—No es castigo, hijo. Es consecuencia.
No cuidaste algo que no era tuyo.
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