Cuánto me alegro, apreciada ahijada, que hayas pasado unos intensos y agradables días en nuestro pueblo. Y cuánto siento que sigas mostrando esa característica tan tuya de leer siempre lo que no he escrito. Nunca he dicho en ninguna de mis intervenciones que estaría en Zagra para el mes de septiembre, y nunca he quedado, al contrario que el resto, en vernos allí para estas fechas. Ni siquiera he comentado nada cuando hablabais de ese encuentro ni tampoco me he sentido invitado a tan exquisito evento. ... (ver texto completo)