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A menudo sucede que lo que parece más irreal y ficticio es lo único verdadero.
Buenas noches Antonia, dulces sueños. un abrazo.
Antes de ser un buen líder hay que ser un excelente ser humano.
No basta con levantar la voz y señalar el camino.
No alcanza con dominar el arte de convencer ni saberse todos los discursos de memoria.
El liderazgo no nace en la cima de un podio,
sino en la profundidad de un alma que ha aprendido a escuchar.
Porque antes de ser un buen líder,
hay que haber caminado descalzo por las dudas de otros,
haber sentido el frío de la incertidumbre
y el peso invisible de las decisiones que afectan más ... (ver texto completo)
Nadie debe cometer la misma tontería dos veces, la elección es suficientemente amplía.
Ningún tonto se queja de serlo; no les debe ir tan mal.
Un tonto sabio es más tonto que un tonto ignorante.
Quien de verdad sabe de qué habla, no encuentra razones para levantar la voz.
Buenas noches Antonia, feliz descanso. un abrazo.
Un burro puede disfrazarse de caballo.
Puede caminar erguido, ponerse una silla bonita, rodearse de caballos finos y actuar como si fuera uno de ellos.
Pero tarde o temprano… rebuzna.
Porque por más que intente parecer otra cosa, su verdadera naturaleza sale a la luz.
Eso mismo pasa con algunas personas.
Hay quienes fingen ser buenas, amables, humildes o leales… mientras les conviene.
Hablan con dulzura, te sonríen, se visten bien, y hasta dicen cosas bonitas para caer bien.
Pero todo eso ... (ver texto completo)
Incluso en los días grises, la esperanza sabe cómo abrir ventanas.
Lo que no cambia por el tiempo, suele crecer con él.
Agradecer no cambia el pasado, pero embellece el presente.
He aprendido que los amigos son como las estrellas: muchos están ahí, aunque no puedas verlos.
Antonia buenas noches, que tengas buen descanso.. besillos.
El gato que no se comió a los polluelos
En el corazón del pueblo de Ndimo, donde los árboles recordaban tu nombre y los secretos viajaban con el viento, vivía un gato llamado Obi. Silencioso, observador y sabio sin alardes, Obi caminaba por los tejados como un suspiro.
Un amanecer, encontró un nido lleno de polluelos rosados y temblorosos en el árbol junto a la choza de Mama Adaeze. Podría haber saltado. Podría haberlos devorado sin dejar rastro. Pero no lo hizo. Se quedó quieto. Observó. Y se ... (ver texto completo)