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Madurar es darte cuenta que no tienes muchos amigos... Solo conoces mucha gente...
Quien aprende a volar dentro de sí... Nunca más teme a las alturas de la vida.
Dicen que cuando dejes de forzar caminos... Entenderás porqué tantos se cerraron..
Los instantes...
Que se quedan a vivir en nuestra memoria son aquellos que llegan sin preguntar nada...
Sólo suceden..
Buenas noches Antonia. que sueñes bonito y té levantes alegre. un abrazo.
Hasta mañana Sensi, ahora toca descansar, un abrazo.
Buenas noches Antonia. que sueñes bonito y té levantes alegre. un abrazo.
PepiLand la Tierra del Amor

Cuentan nuestros abuelos, que hace años, viendo que la maldad no cesaba en el mundo, los habitantes de la Tierra tuvieron una maravillosa idea. Algunos hombres buenos llevarían unas semillas muy especiales a una tierra muy lejana a la que llamaron PepiLand.
Pero no eran unas semillas cualquiera… eran pepitas de amor. Sabían que así, el amor podría crecer sin miedo a ser destruido por quienes preferían vivir con odio. Sembraron allí sus pepitas y se marcharon con la esperanza de que germinaran y algún día, pudieran inundar el mundo de paz y convertirlo en un lugar maravilloso y más habitable.
Al cabo de muchos años, PepiLand se había convertido en una tierra tan fértil, que los Pepitos y Pepitas que allí nacían, decidieron que era el momento de comenzar a dispersarse por todo el planeta Tierra.
Los bebés que aún no habían nacido y vivían en el cielo, estaban tan en contacto con la bondad, que fueron los primeros elegidos para repartir pepitas de amor a toda la humanidad. Cada niño que nacía, traía una o varias pepitas de amor bajo el brazo y se las entregaba a alguien a quien amaba con todo su corazón.
Quien recibía una Pepita o un Pepito, tenía para siempre la certeza de que era alguien muy querido y especial para otra persona, por lo que nunca se sentiría sólo ni tendría deseos de dañar a nadie.
Tiempo después, los hombres y mujeres buenos se encargaron también de ayudar a repartir la gran cantidad de pepitas que no dejaban de crecer. Había mucho trabajo para cada habitante de la Tierra. Fue así como el amor que algunos hombres buenos sembraron una vez, comenzó a ganar la batalla al odio y la maldad.
En nuestros días, la lejana tierra de PepiLand sigue existiendo y es un lugar muy fértil, donde no paran de brotar Pepitas y Pepitos dispuestos a convertir nuestro planeta en un hermoso mundo, donde sólo haya hombres y mujeres buenos que deseen convivir en paz. ... (ver texto completo)
La iglesia nos pide que al entrar en ella nos quitemos el sombrero, no la cabeza.
Como a nadie se le puede forzar para que crea, a nadie se le puede forzar para que no crea.
Hay mucha gente que no cree en nada, pero que tiene miedo de todo.
Todo el que disfruta cree que lo que importa del árbol es el fruto, cuando en realidad es la semilla. He aquí la diferencia entre los que creen y los que disfrutan.
Buenos días foreros-as... ¡Feliz viernes!
¡CÁLLATE, ANALFABETO!”
— Gritó La Profesora…
Hasta Que El Niño Judío Escribió En 7 Idiomas
“Cállate, analfabeto”, gritó la profesora Elena golpeando la mesa con la regla. El eco resonó por toda la sala 204 de la Lincoln Middle School. El niño de 13 años no respondió. Bajó la mirada y abrazó su cuaderno gastado mientras la clase reía cruelmente.
Nadie imaginaba que ese niño judío, con ropa remendada y zapatillas rotas, haría que la profesora más temida se tragara sus propias palabras. David ... (ver texto completo)
Buenas noches Sensi, gracias por poner estas fotos que tantos recuerdos nos traen, un abrazo.
Buenas noches Antonia. felices sueños y buen descanso. un abrazo.
¡CÁLLATE, ANALFABETO!”
— Gritó La Profesora…
Hasta Que El Niño Judío Escribió En 7 Idiomas
“Cállate, analfabeto”, gritó la profesora Elena golpeando la mesa con la regla. El eco resonó por toda la sala 204 de la Lincoln Middle School. El niño de 13 años no respondió. Bajó la mirada y abrazó su cuaderno gastado mientras la clase reía cruelmente.
Nadie imaginaba que ese niño judío, con ropa remendada y zapatillas rotas, haría que la profesora más temida se tragara sus propias palabras. David Rosenberg acababa de llegar al barrio con su madre, que trabajaba de limpiadora nocturna. La Lincoln era su única opción. Allí, rodeado de hijos de familias adineradas, destacaba por todas las razones equivocadas.
“Te pedí que leas en voz alta”, insistió Elena, una mujer de 45 años de moño apretado y ojos fríos.
“Prefiero no leer ahora, señora”, respondió David.
“ ¿Prefieres? Esto no es un restaurante. A menos que no sepas leer… ¿Tus padres nunca te enseñaron lo básico?”
El silencio se volvió pesado. “Mi madre trabaja mucho, hace lo mejor que puede”, murmuró David.
“Qué conmovedor —se burló Elena—, pero eso no explica por qué no puedes leer una frase sencilla. Quizás deberías estar en una escuela especial.”
Entonces algo cambió en la mirada de David: una calma inesperada. Levantó la cabeza.
“ ¿Puedo hacerle una pregunta, profesora Elena?”
“Date prisa.”
“ ¿Estudió latín en la universidad?”
“Un poco… ¿por qué?”
“Porque en el póster de la pared hay una frase en latín: La verdad os hará libres. ¿Sabe de dónde viene?”
Elena titubeó. “Es una expresión común.”
David abrió su cuaderno lleno de notas. “Es del Evangelio de Juan 8:32. Pero también aparece en textos judíos en arameo. Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.”
La sala enmudeció de asombro.
“ ¿Sabes arameo?”, preguntó Elena.
“Un poco. Mi abuelo me lo enseñó antes de morir. Decía que un judío debía conocer las lenguas de sus antepasados.”
La clase murmuraba impresionada, algunos grababan con sus teléfonos. David levantó el libro de texto.
“ ¿Puedo ahora leer el párrafo que me pidió, profesora?” ... (ver texto completo)