El
anochecer
Todo es quietud y paz... En la penumbra
Se respira el olor de los olivares,
Y, más allá, sobre el cristal del
río
Se escucha el aleteo de los peces
Que, como grupo de plateadas
flores,
Resbalan por la tersa superficie.
Los oscuros murciélagos resurgen
De sus mil ignorados escondites,
Y vueltas mil, y caprichosos giros
Por la tranquila atmósfera describen;
O vuelan luego rastreando el suelo,
Rozando apenas con sus alas grises
Del agrio cardo el amarillo pétalo,
De
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