3 meses GRATIS



PARTE I /“El que ríe último… ríe mejor.” ????
Porque si alguna vez te burlaste del que trabaja callado, mejor escúchame bien…
Había un burro. Se llamaba Doroteo. ???? Viejo, flaco y con los huesos marcados.
A Doroteo lo pusieron a trabajar desde que apenas sabía caminar. Le amarraban sacos, herramientas, costales de papa, arados oxidados… lo que pesara. Si dolía, aguantaba. ???? Si pesaba, lo cargaba. Nunca dijo nada. Nunca se quejó.
Y mientras él se partía el lomo, los otros… los bonitos, los limpios, los que vivían bajo la sombra… se reían. ????
Pero nadie imaginaba que un día, todo eso… iba a cambiar. ????
Su patrón era de esos hombres duros, de manos callosas y mirada seria. ????‍???? Pero no era malo, no señor. Era de los que entienden el valor del trabajo, y aunque no hablaba mucho, cuidaba lo suyo. Con Doroteo tenía algo… una especie de respeto. ✨ Nunca le regalaba nada, pero tampoco lo maltrataba. A veces, antes de empezar la jornada, le daba una palmadita en el cuello y le decía bajito:
—“Tú sí sabes lo que es el trabajo, compadre.”
Y Doroteo movía la oreja, como diciendo “sí, patrón… aquí estoy”. ????
Todos los días era igual. El sol apenas asomaba ☀️, y Doroteo ya estaba jalando el arado, con la tierra pegada a las patas y el sudor bajándole por el cuello. ???? No se quejaba. Nunca. Era de esos que van derecho, aunque les duela todo.
Pero no todos en la granja eran como él.
El caballo negro, por ejemplo. Ese sí que era otra historia. Alto, elegante, con el pelo tan brillante que parecía que lo limpiaban con aceite. ⚫ No conocía el barro, ni sabía lo que era arrastrar algo más pesado que una cuerda. Lo sacaban solo para los paseos bonitos, para cuando venía gente de afuera. Puro adorno, puro show. ????
Y el caballo negro, cómo le gustaba burlarse.
—“Ahí va el esclavo de la tierra,” decía cuando Doroteo pasaba. “Siempre sucio, siempre cansado. ¿Será que ni sabe cómo se siente correr libre?”
Los demás caballos se reían también. Se creían mejores solo porque tenían las patas limpias. ????????????
Doroteo, como siempre, callado. Ni volteaba. No porque no escuchara, sino porque sabía que la vida no se trata de andar hablando… se trata de aguantar cuando nadie más quiere hacerlo. ????????
Pasaron los años, como pasa la lluvia en los techos viejos: cayendo sin pedir permiso. ????️ Y Doroteo ya no era el mismo. Las patas le temblaban, el lomo le dolía todo el tiempo, y a veces se le cerraban los ojos de puro cansancio mientras caminaba.
Pero igual salía. Igual jalaba.
Una tarde, el sol estaba que partía la tierra. ???? El patrón lo llevó a arar un terreno duro como piedra. Cada paso que daba Doroteo era como arrastrar una montaña. ????️ Y él seguía. Aunque resollaba fuerte, aunque ya casi no podía.
El caballo negro lo miraba desde la sombra, mascando un poco de pasto fresco. Se reía.
—“Un día de estos ese burro se va a desarmar en mitad del campo,” dijo.
Y bueno… pasó. ????
Doroteo jaló una vez más, y sus patas simplemente dijeron “hasta aquí”. Se le doblaron y cayó con todo, levantando una nube de polvo. ????️ El arado le quedó encima, y por un rato nadie se movió.
El patrón soltó lo que tenía y corrió. Se agachó, le quitó el peso de encima y le habló con un tono que no le conocíamos:
—“Ya, viejito… ya estuvo. Hiciste más de lo que cualquiera hubiera aguantado.”
No lo llevó de regreso al campo.
Desde ese día, Doroteo se quedó en un rincón del establo. Le pusieron paja limpia, agua fresca, una manta sobre el cuerpo. ????️???? El patrón pasaba a verlo todas las mañanas. Ya no le hablaba como a un animal, sino como a un viejo amigo.
Pero los caballos… los de siempre… no cambiaron.
—“Tanto trabajo para terminar ahí tirado como un trapo viejo.”
—“ ¿Y ahora qué? ¿Se cree rey solo porque le dieron una cama?”
Se burlaban más todavía. Más fuerte. Como si no soportaran verlo descansar. Como si su descanso fuera una ofensa a su comodidad.
Y Doroteo… ni una palabra. Solo miraba. Con esos ojos cansados, pero sabios, como diciendo:
“Ya vendrá el tiempo… ya vendrá.”
Y es que lo que los caballos no sabían, lo que ni ellos ni nadie podía ver, era que el campo estaba por cambiar. ???? El cielo ya no se veía igual. El viento soplaba más seco. La tierra no olía a vida… olía a polvo. ????️ Las lluvias no caían. El patrón no lo decía en voz alta, pero se le notaba en la cara: algo malo venía en camino.
Y los que nunca cargaron nada, pronto iban a saber lo que era el verdadero peso.
Doroteo lo sabía. Desde su rincón, desde su silencio, desde su cuerpo ya viejo… él lo sabía.
Porque los que han jalado el mundo, siempre saben cuándo se va a caer. ????????
---
No pasó mucho tiempo después de que Doroteo dejó de trabajar cuando la sequía se vino encima con todo. ????
Primero, la tierra se agrietó como si se estuviera partiendo por dentro. Luego, el pasto empezó a desaparecer. Los cultivos se secaron antes de nacer. Los días eran largos, polvorientos, pesados. El cielo se volvió un techo seco que no soltaba ni una gota, y el aire venía caliente incluso por la noche. ????☀️
``` ... (ver texto completo)
???? El botijo: frescura de toda la vida
Durante años fue el mejor aliado en el campo. Agricultores, albañiles, pastores... todos confiaban en él. Nada de neveras ni botellas de plástico: para mantener el agua fresca bajo el sol, bastaba con un botijo.
Yo aún recuerdo ir a la fuente a llenarlo. El agua no solo aguantaba fresca, ¡parecía enfriarse aún más con el paso del tiempo!
Aunque lo asociamos con lo más típico de nuestra tierra, parece que su origen está mucho más lejos: en Mesopotamia. Aun ... (ver texto completo)
En la inmensidad de la sabana, un león poderoso y un colibrí diminuto compartían una amistad inesperada. Él era fuerte y silencioso; ella, ágil y llena de historias de lugares lejanos. Cada atardecer se encontraban, unidos por su cariño mutuo, ignorando las diferencias.
Hasta que un día, las palabras de otros sembraron dudas.
— ¿Por qué un león perdería el tiempo con un simple colibrí? —preguntaron.
Y esas palabras los alejaron.
El colibrí dejó de volar hacia el león, creyendo que no era suficiente. ... (ver texto completo)
¿Sabés qué es lo más duro de envejecer?
— ¿Qué?
— Que te volvés invisible. Mientras sos joven, todavía "sos alguien": lindo, gracioso, carismático, fuerte… o al menos, notorio. Pero después todo eso pasa. Y te convertís en “el viejito más” con la campera gastada, o “la señora” con boina y tapado viejo. Es como si ya no estuvieras. Sos transparente…
— Pero yo, ¿sabés? Me fijé en vos apenas entraste a la habitación...
Es una frase de una serie británica muy conocida. Y sí, es real.
Muchas veces, ... (ver texto completo)
buelo, ¿por qué a veces me siento lobo… y otras, burro?
El anciano sonrió con ternura.
—Porque ambos viven en tu interior, hijo. Y cada uno tiene su momento.
El lobo despierta cuando necesitas defender lo que amas.
Te da instinto, fuerza, coraje y lealtad.
Pero si lo dejas dominarse por la rabia… puede herir incluso a quienes quiere proteger.
El burro, en cambio, parece simple.
Lento, callado, subestimado…
Pero es paciente, resistente, sabio.
Camina sin prisa, pero nunca se rinde.
Carga el peso de los días… y sigue avanzando.
Hoy el mundo admira al lobo: al fuerte, al veloz, al feroz.
Y olvida al burro, que en silencio, construyó caminos, cruzó montañas y sostuvo civilizaciones.
Sin lobos, los bosques perderían su alma.
Sin burros, los pueblos jamás habrían llegado tan lejos.
La verdadera sabiduría está en reconocer a ambos.
Y aún más, en saber cuándo dejar que hable el lobo… y cuándo dejar que guíe el burro.
Moraleja:
No te avergüences si avanzas lento.
No te endioses si avanzas fuerte.
Ser humano es tener equilibrio… y elegir con el corazón quién debe guiarte en cada paso. ... (ver texto completo)
Amigos de verdad.
A pesar de sus diferencias, pasaban horas compartiendo historias.
El pez vivía en las profundidades, silencioso y reflexivo.
La gaviota volaba alto, ruidosa y llena de energía.
Pero eso nunca fue un problema…
Hasta que alguien lo hizo ver como un problema.
Un día, otra gaviota le dijo:
— ¿Por qué pierdes el tiempo con un pez?
—No puede volar contigo, ni comprender tu libertad…
La gaviota sabía que el pez no podía volar. ... (ver texto completo)
Un zorrito y un conejo se hicieron grandes amigos.
Cada día salían juntos a jugar, corrían entre los árboles.
Siempre estaban uno al lado del otro.
Un día, mientras jugaban como siempre, vieron algo que los asustó.
Un cazador apareció con un rifle.
Sin pensarlo, corrieron a esconderse entre los arbustos.
Mientras escapaban, se encontraron con una tortuga vieja y sabia.
El zorrito, con los ojos bien abiertos, preguntó:
— ¿Por qué ese hombre quiere hacernos daño?
La tortuga los miró con calma. ... (ver texto completo)
Albert Einstein tenía una extraña costumbre. Solía dormitar con una llave en la mano.
No es metáfora. Era literal.
Se sentaba en un sillón, con el brazo colgando, y sostenía una llave sobre una placa metálica en el suelo. Justo cuando comenzaba a quedarse dormido, su mano se relajaba. La llave caía. El sonido lo despertaba.
¿Por qué lo hacía?
Einstein había descubierto algo que hoy la neurociencia respalda: ese momento entre la vigilia y el sueño —la fase hipnagógica— es una mina de oro para ... (ver texto completo)
Un joven desesperado buscó a su abuelo y le dijo: Me siento como un burro... pero a veces también me siento como un lobo. No sé si soy un ganador o un perdedor.
El anciano sonrió y le respondió:
—Te sientes así porque dentro de cada persona viven ambos.
El lobo te recuerda quién eres cuando te atreves:
instinto, protección, coraje, lealtad.
Pero cuidado… si se deja llevar por la rabia, puede herir sin querer.
El burro, en cambio, parece débil, lento, incluso torpe…
pero es paciente, sabio, ... (ver texto completo)
Hola, conoceis a JUAN HARO JURADO profesor de escuela, no se si esta aun en el pozo o se marcho ya, el es natural de la navas de san juan, hace 4 años me dijeron que estaba en el pozo , ahora ya no se , si alguien me lo puede decir , antonio arquillos.
Yo también lo ando buscando
Un día, un maestro entró a su clase y pidió silencio. Pero nadie le hizo caso.
Insistió una, dos, tres veces… hasta que por fin, logró que todos lo escucharan.
Y entonces, les dijo algo que nadie esperaba.
—Después de muchos años dando clases —comenzó—, me di cuenta de algo:
En cada grupo, solo el 5% de los alumnos hará una diferencia real en el futuro.
Ese pequeño grupo se convertirá en personas brillantes, profesionales que ayudan, que aportan, que cambian las cosas.
¿Y el otro 95%?
—Están solo de paso —dijo con sinceridad—. Vienen, aprueban, tal vez trabajan… pero no dejan huella. No destacan. No construyen algo grande.
Y no importa si son abogados, doctores, maestros o cualquier otra cosa…
Siempre se repite la misma proporción:
De cada 100 personas, solo 5 lo hacen diferente.
El maestro confesó que a veces le hubiera gustado saber desde el inicio quiénes son ese 5%…
Pero no se puede.
Solo el tiempo lo dice.
Aun así, prometió algo:
Seguir enseñando con todo su corazón, por esos pocos que sí escuchan, que sí aprenden, que sí despiertan.
Porque aunque solo un puñado marque la diferencia…
valen más que todo el ruido junto.
Moraleja:
No importa cuántos te escuchen… si lo que enseñas llega al corazón de unos pocos, ya sembraste algo que crecerá.
Porque a veces, solo hace falta un 5% comprometido… para cambiar el 100% del mundo. ... (ver texto completo)
CUANTA VERDAD EN ESTE ESCRITO
Cuando era niño, las clases comenzaban en Septiembre descansábamos en Semana Santa, Navidad y año Nuevo y el año Escolar terminaba en Junio. Había algo raro también, los maestros no se enfermaban, no recuerdo que los maestros faltaran dos días seguidos.
Si el maestro te regañaba, no te convenía decir nada en tu casa, porque seguro te volvían a regañar y de paso un castigo.
Ni la lluvia impedía faltar a la escuela, porque era como tu segunda casa, daban ganas de ir. ... (ver texto completo)
vas de esta casa. Y no quiero que regreses.
Eso fue todo lo que escuchó. No hubo discusión. No hubo gritos. Solo una frase seca… y una puerta cerrándose detrás. Su abuela, la misma que lo había criado desde niño, hoy lo echaba como si fuera un desconocido. El abuelo, al ver la escena, quedó paralizado.
— ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué lo echas así? ¡Es tu nieto! —reclamó con incredulidad.
Pero ella no dijo una palabra más. Se dio la vuelta y desapareció dentro de la casa, sin mirar atrás. Nadie ... (ver texto completo)
Nos llaman "Los Ancianos".
Nacimos en los 40, 50 y 60.
Crecimos en los 50, 60 y 70.
Estudiamos en los años 60, 70 y 80
Salimos en los 70, 80 y 90.
Nos casamos y descubrimos el mundo en los 70, 80 y 90.
Nos aventuramos en los 80 y 90.
Nos instalamos en los 2000
Nos hicimos más sabios en 2010.
Y estamos firmes en 2020 y más allá.
Resulta que vivimos OCHO décadas diferentes...
DOS siglos diferentes...
DOS milenios diferentes...
Hemos pasado de teléfono a teléfono a llamadas de larga distancia a videollamadas en cualquier parte del mundo.
Pasamos de diapositivas a YouTube, discos de vinilo a música en línea, cartas escritas a mano al correo electrónico y WhatsApp.
Desde partidos de radio en vivo hasta televisión negra y televisión blanca, televisión en color y luego a TV 3D HD.
Fui al alquiler y ahora veo Netflix.
Conocemos las primeras computadoras, tarjetas perforadas, discos y ahora tenemos gigabytes y megabytes en nuestros smartphones.
Llevamos pantalones cortos toda la infancia y luego pantalones largos, Oxfords, pantalones de campana, trajes y jeans azules.
Evitamos la parálisis infantil, meningitis, polio, tuberculosis, gripe porcina y ahora COVID-19.
Solíamos andar en monopatines, triciclos, bicicletas, motocicletas, coches de gas o diesel y ahora montamos híbridos o eléctricos.
Sí, hemos pasado por mucho pero ¡qué vida tan increíble hemos tenido!
Podrían describirnos como "exgenerales", personas que nacieron en ese mundo de los 50, 60 y 70 que tuvieron una infancia análoga y adultez digital.
¡Hemos sido una especie de "lo hemos visto todo"!
Nuestra generación literalmente ha vivido y presenciado más que cualquier otra en todas las dimensiones de la vida.
Esta es nuestra generación que literalmente se ha adaptado al "CAMBIO. "
Un gran aplauso a todos los miembros de una generación muy especial, que será ÚNICA! ... (ver texto completo)
Siempre odié a mi padre porque era mecánico de motocicletas, y no médico o abogado como los padres de mis amigos.
La vergüenza me ardía en el pecho cada vez que llegaba a mi escuela secundaria en aquella vieja Harley, con su chaleco de cuero manchado de aceite y su barba gris alborotada por el viento.
Ni siquiera lo llamaba "papá" frente a mis amigos — para mí era "Frank", una distancia deliberada que yo había creado entre nosotros.
La última vez que lo vi con vida, me negué a abrazarlo. Era mi ... (ver texto completo)