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VALSEQUILLO: Las estaciones de ferrocarril, están siempre rodeados...

Las estaciones de ferrocarril, están siempre rodeados de una magia que impregna hasta los más mínimos detalles que participan en tan singulares escenarios.
Las lentas esperas se truncan de raíz con las partidas o llegadas de los trenes. El tiempo distorsionado.
La intersección de vidas, historias, trayectorias, sentimientos, etc, son pasto de la imaginación y la fabulación.
El tren forma parte de la vida de quienes vivimos en pueblos y ciudades por los que cruza o cruzaba el ferrocarril, no concebimos la vida sin su presencia, sin su paso.
Raíles sobre viejas traviesas de madera fijadas a su capa de balasto tenían el sabor de lo clásico decadente.
Imposible borrar de la mente los vaivenes y el monótono traqueteo de un tren llegando o partiendo, el contundente sonido de sus ruedas haciendo temblar el suelo o el chillido de sus frenos.
Mi primer recuerdo de viajar en tren se pierde en la niebla de una estación de la desaparecida línea Almorchon-Córdoba. Taquillas y aquellos inolvidables billetes de cartón usados, un tesoro para aquellos niños que vivíamos en una España igualmente gris.
Ahora ya no quedan campanas, ni apeaderos. Todo ello pertenece a un tiempo pasado que se fue.

Pepe J. C