Un colodro justo sufre de defunción definita y como era un hombre de bién, llega a las
puertas del
Cielo y lo recibe
San Pedro.
¡Bienvenido al Cielo! Aquí no hay trabajo, ni
escuelas, ni hospitales, ni bomberos, ni... ni... ni...
¡Coño, que he vuelto a
España!