Un día Mari mandó un mensaje con un romance de aquellos de antaño y me dijo que si me acordaba de alguno que lo escribiera, pero no lo hice porque Maruja decía que les causaban tristeza.
Aprovechando que la tarde está tranquila, voy a poner uno pero espero que no cause tristeza a nadie, pués esa no es mi intención.
Aprovechando que la tarde está tranquila, voy a poner uno pero espero que no cause tristeza a nadie, pués esa no es mi intención.
Eran los años cincuenta
en la provincia de Santander
había un hombre muy feliz
con su hijo y su mujer.
Malos tiempos de trabajo
y sin saber que hacer
buscando donde podía
para poder comer.
Pero un día una extranjera
en el hombre se fijó
ofreciéndole trabajo
y con ella emigró.
La señora que era viuda
de este hombre se enamoró
dándole riquezas
que el tal hombre aprovechó.
De su mujer y de su hijo
este hombre se olvidó
ya no se acuerda del hambre
que un día los separó.
Pero el hijo ya mayor
le pregunta a la madre
dime madre querida
porqué no viene mi padre.
La madre le contestó
con su cariño sincero
se ha olvidado de nosotros
al marcharse al extranjero
si mi padre vive aún
juro que lo encontraré
haré todo lo posible
y en su busca iré.
Pero el niño no va solo
quiere llevar a su madre
y en el mismo Santander
embarcan en una nave.
Es osado y atrevido
buscando de aquí para allá
de un lado para otro
a una hacienda vino a dar.
Y el patrono le pregunta
por su oficio principal,
yo trabajo en lo que sea
si no se lo aprenderé
pues nadie nace enseñado
y yo lo me esforzaré.
Bueno, bueno probaré
el patrón le respondió
dime nombre y apellidos
para hacer tu filiación.
Yo me llamo Juán Dominguez
recién llegado de España
y mi tierra es Santander
la tierra de la montaña.
Mi madre se llama Inés
mi padre Juán se llamaba
que para América vino
para ver si trabajaba.
Blanco se quedó el patrón
al oir estas palabras
abrazándose a aquel muchacho
dijo entre gruesas lágrimas.
Dime donde está tu madre
quiero pedirle perdón
tu abraza a tu padre
hijo de mi corazón
en la provincia de Santander
había un hombre muy feliz
con su hijo y su mujer.
Malos tiempos de trabajo
y sin saber que hacer
buscando donde podía
para poder comer.
Pero un día una extranjera
en el hombre se fijó
ofreciéndole trabajo
y con ella emigró.
La señora que era viuda
de este hombre se enamoró
dándole riquezas
que el tal hombre aprovechó.
De su mujer y de su hijo
este hombre se olvidó
ya no se acuerda del hambre
que un día los separó.
Pero el hijo ya mayor
le pregunta a la madre
dime madre querida
porqué no viene mi padre.
La madre le contestó
con su cariño sincero
se ha olvidado de nosotros
al marcharse al extranjero
si mi padre vive aún
juro que lo encontraré
haré todo lo posible
y en su busca iré.
Pero el niño no va solo
quiere llevar a su madre
y en el mismo Santander
embarcan en una nave.
Es osado y atrevido
buscando de aquí para allá
de un lado para otro
a una hacienda vino a dar.
Y el patrono le pregunta
por su oficio principal,
yo trabajo en lo que sea
si no se lo aprenderé
pues nadie nace enseñado
y yo lo me esforzaré.
Bueno, bueno probaré
el patrón le respondió
dime nombre y apellidos
para hacer tu filiación.
Yo me llamo Juán Dominguez
recién llegado de España
y mi tierra es Santander
la tierra de la montaña.
Mi madre se llama Inés
mi padre Juán se llamaba
que para América vino
para ver si trabajaba.
Blanco se quedó el patrón
al oir estas palabras
abrazándose a aquel muchacho
dijo entre gruesas lágrimas.
Dime donde está tu madre
quiero pedirle perdón
tu abraza a tu padre
hijo de mi corazón
Muy bonito Sebastián.
Mi madre, cuando éramos pequeños, sentaditos en el brasero nos contaba algunos.
Mi madre, cuando éramos pequeños, sentaditos en el brasero nos contaba algunos.
